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Condiciones de desarrollo, ciclo biológico y métodos de control de la ramulariosis de la cebada

Condiciones de desarrollo, ciclo biológico y métodos de control de la ramulariosis de la cebada

Con este artículo se pretende proporcionar, al menos, algunas primeras recomendaciones para el manejo y control de la ramulariosis de la cebada. Actualmente, la detección en muchos puntos de las comunidades de Aragón y Cataluña hace sospechar que exista una cierta adaptación del patógeno a nuestras condiciones habituales de cultivo.

Jaume Almacellas Gort. Servicio de Sanidad Vegetal. DARP. Generalitat de Cataluña.

La ramulariosis de la cebada está provocada por un hongo deuteromiceto bautizado como Ramularia collo-cygni B. Sutton and J.M. Waller. El hongo ha ido cambiando de nombre a lo largo del tiempo, por lo que podemos encontrarlo citado como Ophiocladium hordei, Ovularia hordei y Ramularia hordeicola por diferentes autores. Otros trabajos más recientes sugieren clasificarlo en el género Mycosphaerella.

El nombre común o coloquial que se propone para esta enfermedad es el utilizado en este trabajo como ramulariosis de la cebada. Los nombres comunes en francés y en inglés son los de ramulariose y ramularia leaf spot respectivamente.

El nombre de Ramularia collo-cygni se debe a la forma que presenta la esporulación del hongo en una vista ampliada de microscopio. La forma del conidióforo, lo que sería un tallo fértil del hongo que produce las esporas, es retorcida y presenta una forma que recuerda el cuello de un cisne (fotos 1 y 2), y en su extremo se coloca la espora o conidio, de forma ovalada.

Las fuentes de inóculo

Una de las fuentes de inóculo para la ramulariosis es la semilla. Las semillas infectadas no muestran síntomas visuales pero la presencia del hongo se puede detectar igualmente mediante análisis de ADN por técnicas moleculares. En las zonas donde la enfermedad no esté introducida, la semilla será una fuente de inóculo importante.

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Foto 1. Aspecto de la esporulación del hongo al microscopio electrónico. Nos recuerda claramente el cuello de un cisne. Fuente: SAC – BASF. 2010.

Ramularia collo-cygni se puede detectar en la semilla y en las hojas que aún no presenten síntomas. La enfermedad se puede dispersar mediante las esporas del hongo. Los síntomas se pueden desarrollar en las hojas basales pero en otras latitudes más septentrionales raramente se observan hasta que la cebada alcanza el estadio fenológico de floración. Es necesaria una situación de estrés o bien un factor desencadenante para que se desarrollen los síntomas en hoja y se muestren evidentes a simple vista.

Existe una toxina segregada por el hongo, rubellina D, que representa un papel muy importante en la expresión de los síntomas, y que se segrega cuando el cultivo experimenta un estrés. Bajo condiciones de luz, la toxina provoca a su vez también un estrés oxidativo que conduce a la planta a la muerte celular y a manifestar los síntomas típicos de la enfermedad. Así pues, la luz supone un factor desencadenante de la aparición de síntomas y de la esporulación del hongo, aunque quizás en nuestro país no sea tan restrictivo como en otras latitudes.

Ciclo de la enfermedad

El ciclo de la ramulariosis (figura 1) empezaría ya con la semilla, ya que ésta puede venir infectada e introducir la enfermedad en una parcela. Los primeros síntomas se podrían detectar a la salida del invierno, en el mes de marzo, consistiendo en pequeñas manchas necróticas en hojas, aunque en este momento no hay esporulación y, por tanto, la identificación se debería hacer por métodos moleculares.

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Figura 1. Ciclo biológico de la ramulariosis de la cebada. Fuente: Havis et al. (2015).

Los síntomas en hojas van aumentando, desde las hojas basales hacia las superiores, y a partir de la aparición de la hoja bandera, con una mayor presencia de luz, se produciría la esporulación del hongo. Las esporas se liberan fácilmente con la presencia de lluvias. En el momento del espigado se pueden infectar las cubiertas de los granos de cebada, hecho que hace de la semilla un portador de la enfermedad. Así mismo, las hojas infectadas van secándose y muriendo, por lo que el hongo pasa a su fase saprofítica y sobrevive en los rastrojos y la paja que queda en el suelo. Este inóculo supone una segunda fuente potencial para infectar el cultivo siguiente si es cebada.

Los efectos epidémicos de la enfermedad se producen sobre los factores de producción de la cebada, la calidad y cantidad del grano, el peso específico y la producción final. Estos efectos empiezan con el nacimiento de las plantas de cebada, si la semilla está infectada, y duran todo el ciclo del cultivo, pero son más importantes a partir de primavera, desde el mes de marzo y abril. Los efectos de la enfermedad se agudizan en situaciones de estrés del cultivo, lo que significa que se acentuarán cuando falte el agua o bajo condiciones de temperatura anormales para cada momento fisiológico. Así mismo, un manejo inadecuado del cultivo puede provocar un mayor estrés y en consecuencia un mayor efecto de la ramulariosis.

Control de la enfermedad

Medidas culturales

El hongo causante de ramulariosis se introduce en las parcelas mediante la semilla. Sobre ella pues estableceremos las primeras medidas de control. La utilización de semilla sana, de origen conocido y sin que se hayan detectado infecciones en los campos de producción, sería una de las primeras medidas a tener en cuenta.

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Foto 2. Aspecto del hongo al microscopio óptico con aproximadamente 500 aumentos sobre su tamaño real.

Cuando la enfermedad se haya detectado en una parcela y se practique habitualmente el monocultivo o se vaya a repetir cebada en la misma, el rastrojo y los restos vegetales del cultivo anterior pueden ser fuente de inóculo para el nuevo ciclo del cereal. Así, el manejo de la paja, los rastrojos y los restos de cosecha después de la recolección, será importante para retrasar el inicio epidémico o evitar que éste se produzca con características severas.

Este manejo puede consistir en la retirada de la paja de la parcela y/o el enterrado de los restos de cosecha para provocar una descomposición completa y la destrucción del inóculo del hongo. Cuando el sistema de cultivo de la parcela sea de mínimo laboreo o siembra directa se deberá controlar especialmente la semilla y recurrir a los tratamientos químicos.

Uso de la resistencia de las variedades

Aún no existen datos suficientes sobre el comportamiento de las variedades de cebada frente a esta enfermedad. Debemos tener en cuenta que estamos en la fase de primeras detecciones y de expansión inicial. No se han desarrollado, pues, ensayos específicos para conocer la resistencia/susceptibilidad de los cultivares frente a ramulariosis. Tampoco es habitual aún la toma de datos de esta enfermedad en ensayos de comportamiento productivo de variedades, como los establecidos por la red Genvce por todas las zonas productoras de cebada de la Península. Cuando exista esta información y esté más o menos contrastada y sea consistente, se podrá proporcionar una base muy importante para el momento de la elección de la variedad a sembrar.

Control químico

El Registro de Productos Fitosanitarios español solamente muestra una formulación autorizada expresamente para ramulariosis de la cebada, a base de fluxapiroxad, substancia que en formulaciones autorizadas en el Reino Unido tiene atribuido un buen control de la enfermedad. Respecto al momento de aplicación, recomendamos que sea desde mediados de marzo a mediados de abril, y siempre antes de la aparición de la hoja bandera.

En España no se dispone de más información publicada de ensayos de control químico de ramulariosis por lo que se debe recurrir a otras fuentes para proporcionar un poco más de información que pueda ser de utilidad.

La AHDB (Agriculture and Horticulture Development Board), es una corporación del Reino Unido, constituida por agricultores, que dispone de un importante desarrollo de ensayos e información técnica sobre diversos temas agrícolas y también sanitarios. Respecto al control de enfermedades y concretamente sobre ramulariosis de la cebada, tiene publicaciones interesantes que estudian el control químico. En su página web tiene publicada una tabla sobre las eficacias de diversos productos fitosanitarios autorizados en este país para el control de ramulariosis en cebada.

Entre las formulaciones más efectivas, con un control excelente, sitúan a las formulaciones a base de bixafen + protioconazol y pentiopirad + clortalonil. Entre las que tienen atribuido un buen control, se encuentran protioconazol, clortalonil, isopirazam, pentiopirad, boscalida + epoxiconazol,  fluxapiroxad + epoxiconazol, isopirazam + ciprodinil, isopirazam + epoxiconazol y fluoxastrobin + protioconazol.

A todas las formulaciones se le atribuye un control preventivo, con lo que se deben aplicar antes de la aparición de los síntomas o a niveles bajos de éstos en las hojas basales. Existen más formulaciones autorizadas pero con un control medio o bajo de la enfermedad. Se ha demostrado que las substancias activas del grupo de las estrobilurinas no tienen eficacia contra esta enfermedad. Así mismo, se cita que los tratamientos en la semilla pueden tener cierta eficacia, pero que ésta es baja e insuficiente.

Observando los datos anteriores sobre el control químico en el Reino Unido y volviendo al control químico en España, podemos pensar que los tratamientos realizados para otras enfermedades pueden ejercer un cierto control cruzado también sobre ramulariosis si estuviera presente a la vez en el cultivo.

Recomendaciones más importantes

Resumimos a modo de corolario, en el cuadro I, los aspectos más importantes de la enfermedad y de su control.

cuadro I

Cuadro I. Aspectos más importantes de la ramulariosis de la cebada y su control.

Como conclusión final queremos precisar que desconocemos el alcance que puede tener esta enfermedad en España en un futuro, ya que las predicciones hechas según una simulación no contemplan que la ramulariosis se extienda por nuestras zonas productoras de cebada, y menos si la perspectiva futura del cambio climático manifiesta una tendencia de temperaturas más altas y primaveras más secas.

Sin embargo, la capacidad ya demostrada de adaptación de los patógenos a nuevas situaciones ecológico-ambientales y la expansión de la enfermedad por el noroeste de la península, nos induce a pensar que la dispersión del patógeno podría ser más amplia que la predicha, lo cual nos hace ser prudentes y tener en cuenta a partir de ahora esta enfermedad entre las que puedan suceder en nuestras cebadas.