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Estudian el uso de residuos de la producción de heparina como fertilizante

Estudian el uso de residuos de la producción de heparina como fertilizante

Según un estudio que está realiznado el Instituto Federal de Paraná (Brasil) en colaboración del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (España), la aplicación de residuos de la producción de heparina a una rotación de maíz y soja en Brasil aumenta el rendimiento de los cultivos, sin afectar a la calidad del suelo en el medio plazo.

En línea con el concepto de economía circular de valorizar los residuos y otorgarles una aplicación según las propiedades que tengan, un equipo del Instituto Federal de Panamá en el que ha colaborado el investigador de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO) Antonio R. Sánchez ha probado la capacidad de las aguas residuales de la producción de heparina (un anticoagulante) como fertilizante en una rotación de soja y maíz en el sur de Brasil.

En el estudio se ha comprobado que la aplicación de estas aguas a los cultivos no sólo es inocua en el sentido de toxicidad sino que, además, los rendimientos de ambos cultivos aumentaron tras la aplicación de las aguas residuales. Aumentó, también, la disponibilidad temporal de nutrientes como potasio, calcio y magnesio en el suelo y mejoró la absorción de nutrientes y el contenido de clorofila de las plantas.

Para evaluar el efecto del empleo de este residuo sobre el rendimiento de las plantas y la química del suelo, en este caso un Oxisol con disponibilidad limitada en determinados nutrientes como fósforo, se aplicaron cinco dosis diferentes del subproducto (0, 10, 20, 40 y 60 m3/ha y año) como fertilizantes. Se tomaron muestras de suelo antes y después de la aplicación de las aguas en el maíz y en la soja y, posteriormente, dos años tras la primera aplicación, al finalizar el segundo cultivo (soja).

Del análisis y evaluación de esas muestras de suelo y de los efectos en los cultivos se observó una respuesta distinta en maíz y soja, “para la soja, únicamente la dosis mayor (60 m3/ha) incrementó el rendimiento de la planta, mientras que en el maíz obtuvimos una respuesta exponencial del rendimiento, que aumentó según la dosis aplicada fue mayor”, señala el investigador.

Además de la disponibilidad de determinados nutrientes en el suelo tras añadir las aguas residuales también aumentó la salinidad y el contenido en sodio. Aunque la alta salinidad puede ser un problema por limitar el crecimiento de determinados cultivos, este efecto negativo no se observó en ninguno de los dos cultivos evaluados porque en el lugar donde se ha llevado a cabo el estudio la precipitación media anual es superior a 2.000 mm. Esto favorece el lavado de las sales y el sodio, a la vez que produce un incremento temporal de la disponibilidad de otros nutrientes como el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio o magnesio. Sin embargo, “un alto contenido de sodio en el suelo, como resultado de la aplicación continuada de elevadas dosis del subproducto aguas residuales de la producción de heparina, puede afectar a la estructura del suelo, dispersando las arcillas, dificultando el movimiento del agua a través del suelo y provocando un incremento de la erosión”, señala Sánchez.

De esta manera, la solución podría pasar por aplicar las dosis más bajas o intermedias testadas en el ensayo con periodos de tiempo más espaciados, pero “con el conocimiento que tenemos hasta ahora no apostaría por la aplicación a largo plazo y en el mismo lugar de elevadas dosis de este subproducto, sería conveniente rotar los lugares en los que se aplica y evaluar los principales cambios producidos en los indicadores físico-químicos del suelo”, advierte el investigador.

El equipo de investigación sigue analizando los efectos en la calidad del suelo del uso a largo plazo de estos residuos. En paralelo, estudian también cómo afecta la aplicación de este subproducto a la relación simbiótica entre las raíces de la soja (leguminosa) y las bacterias fijadoras de nitrógeno ambiental.