Comunidad

Frutínter apuesta por la lucha biológica contra el cotonet de les Valls en cítricos

Frutínter apuesta por la lucha biológica contra el cotonet de les Valls en cítricos

La empresa castellonense ha convertido una nave en un insectario en el que reproduce el escarabajo Cryptolaemus montrouzieri y la avispilla Anagyrus pseudoccoci, enemigos naturales del cotonet.

Rosa Matas. Periodista.

Frutínter, propiedad de la familia Usó Prades, está haciendo una gran apuesta por la lucha biológica contra el cotonet de les Valls (Delottococcus aberiae), un insecto que se alimenta de la savia de las plantas y excreta melaza, una sustancia pegajosa que facilita el crecimiento de hongos y bacterias.

La empresa ha convertido una nave en desuso en un insectario en el que reproduce el escarabajo Cryptolaemus montrouzieri y la Anagyrus pseudoccoci, una pequeña avispilla parasitoide de la cochinilla algodonosa de los cítricos. Ambos son conocidos como enemigos naturales del cotonet (Planococcus citri), el primero lo depreda y el segundo lo parásita.

El director técnico de las fincas de la compañía castellonense, Ximo Ferrer, explica que hace dos años, junto a Clàudia Escrig, comenzaron a criar al depredador Cryptolaemus para controlar y rebajar las poblaciones del tan problemático cotonet de les Valls y también la Anagyrus pseudoccoci.

En el caso de la avispilla, el objetivo era ir preparándose y perfeccionar la técnica con este género por si algún día la Consejería de Agricultura repartiera Anagyrus aberiae (de Sudáfrica) y poder reproducir el mayor número de individuos posible. Se trataba de tener capacidad para poder combatir de manera biológica el cotonet de les Valls que tantos estragos está causando en la citricultura.

Este es el tercer año del insectario creado para contar con formas de lucha contra las plagas más sostenibles, ahora la del cotonet de les Valls que está afectando mucho a toda la citricultura de la Comunidad Valenciana especialmente y que se está extendiendo por Andalucía y Murcia.

Ximo Ferrer asegura que las sueltas funcionaron como apoyo a otras técnicas, para una disminución progresiva de la plaga. Cuando liberan adultos, en general, suelen quedarse en las fincas porque en campañas posteriores los técnicos ven alguna larva. Han hecho su ciclo, su vida, en las fincas.

“Ahora con el Cryptolaemus montrouzieri y Anagyrus pseudoccoci, complementando con otras técnicas ecológicas de control en parcelas con pocos daños, vemos que cada año va disminuyendo la afección y en alguna parcela hemos conseguido que el daño sea cero. El éxito se consigue empezando con daños bajos. Si los daños son elevados, solo con insectos y acciones medioambientales es difícil”, afirma Ferrer añadiendo que “los estamos soltando donde hemos visto individuos y los daños son mínimos con el objetivo de que no llegue a establecerse plaga en esas parcelas”.

El objetivo es que haya cría natural con apoyo de sueltas inoculativas, que poco a poco se vaya quedando población en la finca y vaya trabajando durante todo el ciclo de la plaga.

«Estamos criando los enemigos naturales y preparándonos para cuando la Consejería de Agricultura lo vea preciso, también queremos formar parte de los insectarios a nivel autonómico que tendrán el nuevo depredador, el Anagyrus aberiae (el que las autoridades han importado de Sudáfrica), que es ya fitófago natural de la plaga. Todavía esta en fase de cría y aclimatación por parte de la Consejería pero cuando empiece a repartirlo a todos los insectarios asociados nosotros estaremos a pleno rendimiento para criarlo también”, cuenta Ximo Ferrer.

El efecto del cotonet se ve cuando la fruta acaba de cuajarse, cuando los pétalos se caen y la fruta tiene milímetros. Succiona la fruta, lo que genera deformaciones cuando crece. Devalúa la pieza, no es comercial. Al principio se detectaba solo en naranja, pero con el tiempo se ha extendido y afecta también a clementina o mandarina, a todo tipo de variedades de cítricos.

Ximo considera que iniciativas como esta son interesantes para acabar con el cotonet siempre que se implique un gran número de productores. “En nuestra zona domina el minifundio, si yo lo hago, pero mi vecino no por muchos insectos que yo suelte, todo lo que tenga mi vecino me pasará a mí”. El riesgo, desde su punto de vista, está sobre todo en las parcelas abandonadas y en los productores sin capacidad inversora para apostar por este tipo de medidas preventivas.

En este sentido agrega que en la lucha biológica se tiene que contar con los vecinos, sobre todo aquí en Castellón y, en general, en toda la Comunidad Valenciana. Además del insectario, la compañía trabaja con feromonas y resinas naturales para evitar el movimiento del insecto por los árboles. “Estamos probando todas las técnicas que van saliendo, juntándolas para ver si usándolas todas a la vez conseguimos un mejor efecto”, añade.

Frutínter lleva un tiempo apostando por la sostenibilidad. En 2018 formalizó un acuerdo la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) con el que nacía la Cátedra Frutínter, para promover el desarrollo sostenible y uno de los primeros proyectos, coordinado por el catedrático, Pedro Beltrán consiguió reducir a la mitad el agua y el abono necesarios para cultivar.

La información captada por satélite permite definir con exactitud y precisión los programas de riego y abonado de la plantación. Ese proyecto lo desarrolló en la finca Las Pedrizas, en Onda.

Frutínter comercializa 150.000 toneladas de cítricos, 12.000 de melones, 7.000 de sandías y 15.000 de verduras y otras frutas. Cuenta con más de 1.000 hectáreas de plantaciones de cítricos, sandías y melones, incluyendo las propias y las de productores asociados y fincas compartidas con sus socios en Brasil.