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Valdemonjas, gestión ecológica de micropagos

Valdemonjas, gestión ecológica de micropagos

Alejandro Moyano, ingeniero agrónomo, es cofundador de Valdemonjas Viñedos y Vinos, un proyecto familiar en Ribera del Duero que arranca en 1997, más fruto de la pasión por el vino y la viticultura que como proyecto económico. Según el propio Alejandro Moyano, están sentando las bases para que Valdemonjas sea un negocio rentable para sus nietos. Sin duda, una visión a largo plazo poco frecuente. Esas bases de las que habla se fundamentan en tres pilares: producción ecológica, máxima calidad y diferenciación. Ahora se encuentran en plena fase de construcción de la bodega; unas instalaciones que la familia Moyano califica de ecosostenibles.

I. G. Mazarío / J. E. Chao

Tras su participación en otros proyectos de Ribera del Duero, Alejandro Moyano y su mujer, la violinista Rosario Aguera, lanzan a su propia aventura con la creación de Valdemonjas, proyecto en el que también participan sus hijos Jorge y Alexis. Inicialmente trabajan con tres criterios: disfrutar de algo que a la vez es un hobby, que el negocio sea viable económicamente y aprovechar el hecho de encontrarse en una zona privilegiada para la viticultura.

El viñedo se plantó a finales de los años noventa, con una orientación norte-sur para reducir las prolongadas insolaciones del periodo estival.

El viñedo se plantó a finales de los años noventa, con una orientación norte-sur para
reducir las prolongadas insolaciones del periodo estival.

Elaboran vino solo con las uvas de sus dos fincas propias: Valdemonjas, de 7,11 hectáreas, situada en Quintanilla de Arriba (Valladolid) y que linda con los viñedos de la mundialmente conocida Vega Sicilia; y El Nogal de la Valera, de 0,6 hectáreas, que se encuentra en el término de La Horra (Burgos). Vademonjas se plantó en 1998, mientras que la Nogal de la Valera tiene viñas de unos 70 años.

Dos viñedos totalmente diferenciados. El primero utiliza un marco de plantación de 2,80 por 1,25, en espaldera, lo que da un total de 2.854 cepas por hectárea. El segundo tiene una proporción de algo menos de 2000 cepas por ha, cultivadas en vaso.La cosecha pasada contaron ya con certificación de producción ecológica prevén empezar a certificar los vinos el próximo año.

 

Adaptar los trabajos a la viña

En Valdemonjas, Moyano tiene como filosofía adaptar los trabajos a las necesidades de la viña y no la viña a los calendarios de trabajo. Se poda cada planta en el momento preciso, lo cual obliga a hacer varias pasadas por las mismas parcelas; también vendimian varias veces, buscando el momento idóneo de cada racimo. Un trabajo que exige más esfuerzo y dedicación, pero entiende que, incluso dentro de cada terruño, no todas las plantas están en el mismo momento del ciclo y, “para gestionar terruños pequeños como los nuestros, es lo mejor, porque obtenemos un producto más homogéneo y de mayor calidad. Eso hace que nuestro trabajo sea más escalonado a lo largo de todo el año”.

Valdemonjas apuesta por la formación del personal que trabaja en el viñedo. Por ello, cuentan con cuadrillas que han sido educadas en materia de  poda.

Valdemonjas apuesta por la formación del personal que trabaja en el viñedo. Por ello, cuentan con cuadrillas que han sido educadas en materia de poda.

Con esta filosofía de trabajo, basada en la atención y dedicación a las necesidades del viñedo, casi planta por planta, una de sus preocupaciones, en la que ya han empezado a trabajar, es en la formación del personal. Cree que es un elemento que les puede diferenciar de las producciones de las grandes fincas. A su juicio, las tradicionales cuadrillas eventuales realizan un trabajo muy estándar que no se ajusta a las necesidades de un proyecto que busca la máxima calidad.

Otorga especial importancia a la formación en las tareas de poda, porque, si no se hace adecuadamente, las cepas tienden a ir deformándose y, con el tiempo, esa degradación se torna irreversible. A este capítulo prestan gran atención tanto durante la poda en seco, como durante la poda en verde, donde es vital mantener los criterios adecuados para la posterior renovación de brazos o troncos. “Estas son decisiones que requieren mucha experiencia”, concluye Moyano.

 

Gestión individual de cada terruño

En la finca Pago de Valdemonjas se agrupan los diferentes “terruños” de forma independizada, que darán lugar a los vinos del portfolio de la empresa.

En la finca Pago de Valdemonjas se agrupan los diferentes “terruños” de forma independizada, que darán lugar a los vinos del portfolio de la empresa.

Moyano nos detalla las características de su finca Pago Valdemonjas, relativamente pequeña pero con importantes variaciones entre sus parcelas: “Como nos encontramos en una vaguada, son suelos calizos, provenientes de depósitos de las laderas colindantes, y muy profundos. Esta ubicación también le proporciona un microclima especial. Para un agrónomo la finca es un quebradero de cabeza, porque es muy heterogénea en cuanto a alturas, con desniveles de casi 40 metros, con orientaciones muy diferentes, suelos distintos… De tal forma que la tenemos dividida en 8 terruños que se vendimian por separado y se elaboran de forma independiente”.

La vendimia se realiza también muy escalonada; por ejemplo, el año pasado “empezamos con los primeros de Ribera del Duero y acabamos con la mayoría”. Se comienza por las zonas más frescas, recolectando las uvas que dan lugar a su vino más fresco, sin paso por barrica. Y es que aquí el concepto de selección no se limita a la mesa de la bodega, sino que se traslada al campo.

La gestión de cada terruño está planificada para conseguir un tipo de fruto adaptado al vino para el que está destinado. “Luego, en función de cómo se desarrolla cada año, vamos haciendo las lecturas en cada momento para decidir qué uvas se vendimian antes o después, incluso dentro de cada micropago”, nos aclara Alejandro Moyano.

Los problemas sanitarios derivados del taladro han obligado a Moyano a renovar la madera de su viñedo.

Los problemas sanitarios derivados del taladro han obligado a Moyano a renovar la madera de su viñedo.

Señala que en esta zona tienen un clima continental con inviernos de cierto rigor, lluvias concentradas en final de otoño y primavera y “con veranos en los que no cae una sola gota de agua en dos meses. La temperatura media no es muy elevada pero hay días con picos muy altos. Lo que sí es importante, y es lo que le da la complejidad y estructura típica al vino de la Ribera del Duero, es la diferencia térmica entre la noche y el día en el periodo de maduración. Se pasa de 25/26ºC a 8ºC. No tenemos nieblas ni humedades importantes, ni tampoco nos afectan especialmente las heladas”.

A pesar de que instalaron sistema de riego, finalmente se quedaron sin acceso al suministro de agua. Abonan con estiércol de ovino y no todos los años. “Estoy cambiando el sistema —afirma Moyano— y pretendo hacerlo cada dos o tres años y con poca cantidad. Los análisis de suelos no dan carencias significativas y las plantas crecen de forma vigorosa. Si acaso, hay falta de hierro en algunas zonas por problemas de ph. En cuanto a enfermedades, el problema principal en la zona es el oidio, pero tiene la ventaja de que, si se realizan tareas preventivas y se está atento, es relativamente fácil de controlar. En otoños lluviosos aparece botritis y lo único que podemos hacer en estos casos es cuidar que el reparto de racimos sea el adecuado, evitando sobrecargas y anticiparnos y vendimiar antes de que llegue”.

 

Futura bodega “ecosostenible”

Se encuentran en plena fase de construcción de una bodega que denominan“ecosostenible”. Se ajusta a la misma filosofía queaplican en el viñedo y buscan en sus vinos, es decir, “queremos que sea consecuente y respetuoso con la naturaleza;decimos que el proyecto es ecosostenible porque vamos a generar nuestra propia energía eléctrica mediante paneles solares y vamos a utilizar larecuperación de aguas pluviales para las necesidades de la bodega. Además, la entrada de la uva será toda por gravedad y la crianza de los vinos se hará por los sistemas tradicionales, sin recurrir a climatización artificial. Por eso nuestra sala de barricas subterránea lleva una bóveda de ladrillo, porque es permeable a la humedad”. Un factor que considera importante, “porque los problemas de muchas bodegas no vienen por la temperatura, sino por falta de humedad, lo que les obliga a instalar humidificadores. Creemos que con nuestro diseño de la bodega podemos crear también un elemento de diferenciación”.

Su objetivo es llegar a una producción de 50.000 botellas en 2020. De momento, su última campaña hicieron 18.000. Para ello, prevén alquilar otras parcelas para gestionarlas directamente,porque consideran que si no controlan el producto se desvirtuaría el proyecto.

 

Etiquetas innovadoras

Tanto los nombres como las etiquetas de sus vinos destacan por su originalidad. Las etiquetas son creación de Pati Núñez, primera mujer que logró el Premio Nacional de Diseño. Según Moyano, confiaron en ella plenamente: “ Nos reunimos con ella, le explicamos nuestra filosofía y le dejamos plena libertad”. Su trabajo dio lugar a diseños y nombres tan sugerentes como El Primer Beso, Entre Palabras, Los Tres Dones y Abrí las Alas. De sus cuatro vinos, el más especial en cuanto a potencia y empaque es Abrí las Alas, elaborado con las uvas procedentes de las viñas viejas de la finca el Nogal de la Valera, situada en la localidad burgalesa de La Horra.