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El virus de la clorosis nervial amarilla una nueva amenaza para la citricultura

El virus de la clorosis nervial amarilla una nueva amenaza para la citricultura

La citricultura española vive en constante amenaza ante la introducción de nuevas enfermedades y plagas que podrían causar daños catastróficos en nuestras plantaciones. Al Huanglongbing, la clorosis variegada, la cancrosis, la mancha negra y la leprosis, ahora se suma una nueva enfermedad: la clorosis nervial amarilla, causada por un virus emergente, el virus de la clorosis nervial amarilla de los cítricos (Citrus yellow vein clearing virus, CYVCV), que se transmite mediante injerto, herramientas de corte e insectos vectores y que afecta principalmente a variedades de limonero y naranjo amargo causando graves daños a los árboles y disminuyendo su rendimiento económico.

María Carmen Vives. Centro de Protección Vegetal y Biotecnología. Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias.

La clorosis nervial amarilla es una enfermedad emergente que se detectó por primera vez en Pa­kis­tán en 1988 afectando a diferentes variedades de limonero y naranjo amargo. En 1997 se detectó en varias regiones ci­trí­colas de la India afectando a variedades de cidro, lima Rangpur, naranjo amargo y limonero. En el año 2000 se detectó en ár­bo­les de limonero y naranjo amargo en Tur­quía, en 2009 en limoneros de la provincia de Yunnan, China y en 2010 en Irán (Liu et al., 2020).

En los árboles afectados se observaba sistemáticamente la presencia de un virus filamentoso, pero su identidad no se conoció hasta 2012, cuando se realizaron estudios de caracterización biológica, molecular y serológica del mismo y se demostró que una nueva especie de virus denominada virus de la clorosis nervial amarilla de los cítricos (Citrus yellow vein clearing virus, CYVCV), perteneciente al subgénero de los Mandarivirus, era el agente causal de la enfermedad (Loconsole et al., 2012). Estos estudios permitieron el desa­rrollo de métodos específicos de detección del virus y diagnóstico de la enfermedad tanto por técnicas biológicas, usando plantas indicadoras, como por técnicas serológicas y moleculares, usando diferentes ti­pos de PCRs (Liu et al., 2020). El virus se localiza principalmente en el floema de las plantas infectadas y presenta una alta es­tabilidad genética al comparar cepas aisladas en diferentes regiones geográficas (Song et al., 2015).

Figura 1. Mapa de distribución de CYVCV. ©https://gd.eppo.int/taxon/CSYV00/distribution

En los últimos años la enfermedad se ha dispersado rápidamente en los países afectados y en agosto de 2022 se ha de­tec­tado en California (EE.UU) du­rante una prospección rutinaria de patógenos efectuada por el Departamento de Ali­mentación y Agricultura de California (CDFA) (https://citrusinsider.org) (figura 1). Teniendo en cuenta el potencial impacto negativo que podría tener esta enfermedad emergente en la producción de cítricos en Europa, la Organización Europea y Mediterránea de Protección de las Plantas (EPPO) ha añadido en 2022 el CYVCV en su lista de alerta para que los países productores de Europa y la cuenca mediterránea sean conscientes del problema y establezcan las medidas preventivas necesarias para evitar la introducción y dispersión de la enfermedad en nuestro territorio (https://gd.eppo.int/reporting/article-7452).

Hospedadores y síntomas

CYVCV tiene una amplia gama de hospedadores tanto cítricos como no cítricos. En cítricos puede infectar a la mayoría de especies, cultivares e híbridos, incluyendo limonero, naranjo amargo, naranjo dulce, mandarino, pomelo, lima, cidro, zamboa y kumquat (Bani Hashemian et al., 2022; Liu et al., 2020). Además de los cítricos, CYVCV puede infectar plantas herbáceas que se utilizan en experimentación, como Phaseolus vulgaris, Vigna unguiculata y Chenopodium quinoa (Önelge et al., 2011) y plantas silvestres como Malva syl­ves­tris, Solanum nigrum, Sinapsis arvensis y Ranunculus arvensis, aunque en estas últimas no se manifiestan síntomas de enfermedad (Önelge et al., 2016). Re­cientemente se ha visto que el virus también puede infectar de forma natural plantas de vid induciendo síntomas de en­fermedad (Afloukou and Önelge, 2020).

Los síntomas más característicos de la enfermedad aparecen en las hojas y consisten en una pronunciada clorosis nervial de color amarillo que se observa principalmente en los nervios secundarios, abolladuras y abarquillamiento de las hojas y, ocasionalmente, manchas cloróticas en forma de anillo y oscurecimiento y necrosis de los nervios en el envés de las hojas. También se ha descrito la aparición de síntomas en frutos, como manchas en forma de mosaico y en mandarino satsuma se han observado deformaciones consistentes en depresiones en forma de surco que comienzan en la parte superior del fruto y le da un aspecto de calabaza (Li et al., 2017).

En condiciones de infección severa, los árboles afectados por el virus muestran síntomas de decaimiento, pu­diendo incluso llegar a morir, y la cantidad y calidad de la fruta también disminuye significativamente. En un estudio realizado en China se observó una reducción del 20% de la cosecha en árboles de limonero de la variedad Eureka infectados con el virus (Chen et al., 2014).

La expresión de los síntomas en campo depende de la variedad de cítrico, de la cepa del virus y de las condiciones ambientales, especialmente la temperatura. Las hojas de los brotes de primavera y otoño muestran síntomas más in­tensos, mientras que las producidas en verano son mayoritariamente asintomáticas. Los síntomas también pueden disminuir e incluso llegar a desaparecer conforme maduran las hojas si la temperatura es superior a los 32oC (Zhou et al., 2017).

Las va­riedades más sensibles que muestran los síntomas más acusados son de limonero, naranjo amargo y lima de la variedad Persa. Las variedades de clementina, satsuma y zamboa tienen una susceptibilidad moderada. Las variedades de naranjo, al­gunos mandarinos, kumquat y cidro presentan una susceptibilidad baja y algunas va­riedades de lima, mandarino y pomelo son tolerantes a la enfermedad, es decir, se infectan con el virus, pero no manifiestan síntomas (Bani Hashemian et al., 2022).

Transmisión

CYVCV puede transmitirse por diferentes vías:

  • Mediante injerto de material infectado tanto propagativo como no propagativo (Alshami et al., 2003).
  • Mediante inoculación mecánica ha­cien­do cortes en el tallo de plantas sa­nas usando extractos crudos de plan­tas infectadas (Önelge et al., 2011).
  • Mediante herramientas de poda infectadas (Zhang et al., 2018a).
  • Mediante insectos vectores. Las especies de insectos descritas hasta la fecha que son capaces de transmitir el vi­rus son la mosca blanca Dialeurodes citri (Zhang et al., 2019) (foto 1a) y los pulgones Aphis spiraecola (Zhang et al., 2018b) (foto 1b) y Aphis gossypii (Afloukou et al., 2021) (foto 1c), que pueden transmitir el virus entre especies de cítricos y Aphis craccivora, que puede transmitir el virus entre li­monero y judía (Phaseoulus vulgaris) y entre plantas de judía (Önelge et al., 2011).

Foto 1. Insectos vectores que pueden transmitir CYVCV entre plantas de cítricos. A) Dialeurodes citri. Foto: Francisco Beitia. B) Aphis spiraecola. Foto: César Monzó. C) Aphis gossypii. Foto: César Monzó.

Por otro lado, aunque el virus se ha detectado en los tejidos de la semilla, no hay evidencias de transmisión de la enfermedad mediante semillas contaminadas (Zhou et al., 2015).

La principal vía de dispersión de CYVCV a larga distancia es el injerto de material de propagación infectado, mientras que la rápida y amplia dispersión del virus a corta distancia se debe principalmente a los insectos vectores.

Control

Como todas las enfermedades transmisibles por injerto, la clorosis nervial amarilla no tiene tratamientos curativos, por lo tan­to, cuando un árbol se infecta permanece enfermo durante toda su vida y puede ser fuente de infección para otros árboles, ya que CYVCV se transmite con el material de propagación. Además, como ya se ha co­mentado anteriormente, el virus se trans­mite mecánicamente me­diante herramientas de corte y mediante in­sectos vectores, lo que hace prácticamente imposible su control en las regiones donde se es­tablece la enfermedad.

Hay que tener en cuenta también que hay variedades de cí­tricos tolerantes a la enfermedad y que el virus puede infectar plantas silvestres en las que no se manifiestan síntomas, con lo que la infección puede pasar desapercibida y se puede estar transmitiendo la enfermedad sin ser consciente de ello.

En los lugares donde la enfermedad ya está establecida se tienen que tomar las siguientes medidas para minimizar su dispersión:

  1. Arrancar y destruir los árboles infectados para eliminar las fuentes de inóculo.
  2. Reemplazar los árboles infectados por plantas sanas de viveros certificados.
  3. Hacer un control adecuado tanto de los insectos vectores como de las plan­tas silvestres que pueden ser fuen­te de infección.
  4. Hacer un manejo agronómico adecuado y desinfectar las herramientas de poda.
  5. Otra posible herramienta de con­trol que se tiene que desarrollar es la búsqueda de genes de resistencia al virus para poder obtener nuevas variedades resistentes mediante programas de mejora genética.

Foto 2. Plántula sana de mandarino de ocho semanas obtenida por microinjerto de ápices caulinares in vitro. Foto: Mª Carmen Vives.

En los lugares donde todavía no se ha establecido el virus, la mejor forma de control de la enfermedad y la más económica es la prevención. La primera línea de de­fensa contra la enfermedad consiste en la realización de una estricta cuarentena de todo el material vegetal que se introduce en el país, tanto de variedades como de portainjertos, y la propagación comercial exclusiva de plantas sanas certificadas.

La introducción de material vegetal de cítricos, excepto frutos y semillas, procedentes de terceros países está prohibida en toda la Unión Europea (Reglamento (UE) 2016/2031, Reglamento de Ejecu­ción (UE)) 2019/2072 y Real Decreto 739/ 2021) y sólo se autoriza a hacerlo para la realización de análisis oficiales, con fines de científicos o educativos, ensayos, se­lección de variedades o mejora a través de una Estación de Cuarentena (Reglamento Delegado (UE) 2019/829).

Desde 1982, el IVIA cuenta con una Es­tación oficial de Cuarentena, a través de la cual se han introducido más de 400 genotipos de cítricos procedentes de otros países, con total garantía sanitaria. El procedimiento de cuarentena consiste en la eliminación de pa­tógenos mediante mi­cro­in­jerto de ápices caulinares in vitro (foto 2) y el diagnóstico biológico y molecular de pa­tó­genos de las plantas microinjertadas para comprobar la ausencia de los mismos (Na­va­rro et al., 2005). Este proceso garantiza la sanidad del material vegetal y por lo tanto evita que la clorosis nervial amarilla llegue a nuestra citricultura con material vegetal introducido legalmente a través de la estación de cuarentena.

No obstante, el mayor peligro de aparición de la enfermedad radica en la introducción y multiplicación ilegal de material vegetal sin ningún control sanitario. Hay que concienciar a todo el sector y al público en general del peligro que suponen estas prácticas para la dispersión de en­fer­medades. Por otro lado, actualmente el CYVCV es un patógeno que no está regulado, es decir, no está incluido en ninguna normativa fitosanitaria, con lo cual los controles preventivos que pueden realizar los servicios de sanidad vegetal oficiales son de una eficacia limitada. La normativa eu­ro­pea debería incluir este virus en la lista de plagas reguladas en la Unión Europea para poder exigir el análisis y la ausencia de este patógeno en el material vegetal de propagación.

De momento, la EPPO ha incluido ya el CYVCV en su lista de alertas sanitarias para informar a los países miembros de la necesidad de incorporar este patógeno en la normativa fitosanitaria y desarrollar además la segunda línea de defensa frente a la enfermedad, que consiste en elaborar planes de vigilancia epidemiológica que establezcan las inspecciones, muestreos y análisis adecuados, basados en diseños estadísticos, para poder hacer una detección temprana de la enfermedad en caso de aparición y poder actuar al inicio de la infección evitando así su difusión.

Conclusiones

La clorosis nervial amarilla es una enfermedad emergente producida por un virus, el CYVCV. Todas las especies de cítricos pueden ser infectadas por el virus, pero los daños más graves se producen en limonero y naranjo amargo. Esta enfermedad está causando cada vez mayores pérdidas económicas en las zonas donde está presente. De hecho, en China se ha ex­tendido prácticamente por todas las regiones citrícolas y actualmente se considera la enfermedad más grave que afecta a la producción de limón (Wang et al., 2020). El virus representa una seria amenaza no solo para nuestra citricultura sino también para la viticultura, ya que es capaz de infectar plantas de vid induciendo la aparición de síntomas.

El principal problema radica en su modo de dispersión ya que, además de transmitirse por injerto de material infectado, el virus puede transmitirse mecánicamente mediante herramientas de poda y, lo que es más grave, mediante insectos vectores, hecho que dificulta enormemente o incluso imposibilita su control.

Los insectos que transmiten el virus, que son la mosca blanca Dialeurodes citri y los pulgones Aphis spiraecola, Aphis gossypii y Aphis craccivora, están ampliamente distribuidos en España, por lo que, si hubiera una introducción de material vegetal infectado, el virus se podría dispersar rápidamente. Además, el virus también es capaz de infectar de manera asintomática varias especies de plantas silvestres, que también están ampliamente distribuidas por la geografía española y que podrían actuar como reservorios del virus, lo que añade más facilidades para la difusión de la enfermedad.

Por lo tanto, para evitar la llegada de esta enfermedad a nuestras plantaciones solo cabe el empleo de medidas preventivas. En primer lugar, se debería incluir a CYVCV en la lista de plagas cuarentenarias de la Unión Europea para ser un patógeno regulado en la normativa. Por otro lado, el sector citrícola español cuenta con un sistema muy robusto de producción de plantas con unos programas de saneamiento, cuarentena y certificación fuertemente consolidados que garantizan la sanidad de los plantones que se comercializan, pero eso no es suficiente, ya que las introducciones ilegales de material vegetal pueden poner en peligro el sistema. Por ello también sería necesario elaborar planes de vigilancia epidemiológica de la enfermedad para poder actuar rápidamente en caso de aparición y evitar su difusión.

Un claro ejemplo de ello es la reciente detección de esta enfermedad en Ca­li­for­nia. El virus se detectó en un limonero de una zona residencial durante un muestreo rutinario de su plan de vigilancia de enfermedades de cítricos en el que analizan sistemáticamente árboles tanto de zonas residenciales como de plantaciones co­mer­ciales. Ahora se está delimitando la distribución geográfica de la enfermedad ya que han aparecido más árboles con síntomas en áreas cercanas. Po­si­ble­men­te la introducción del virus se hizo con ma­terial introducido ilegalmente con fines or­na­men­ta­les y las consecuencias pueden ser muy graves si la enfermedad llega a las zonas productoras. Por eso hay que concienciar a las personas del grave peligro que supone el trasiego de material vegetal sin control sanitario, aunque solo sea para injertar una planta del jardín de casa y para ello habría que realizar campañas de información en medios de comunicación y aumentar los controles de inspección en terminales de medios de transporte de pasajeros.

Las medidas preventivas necesarias para evitar la introducción de CYVCV en España requieren de una in­versión económica elevada, pero esta inversión sería bastante inferior y mucho más sostenible que la que se necesitaría para establecer medidas de erradicación o contención de la enfermedad.