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Control biológico de Cacopsylla pyri mediante el depredador Anthocoris nemoralis

Control biológico de Cacopsylla pyri mediante el depredador Anthocoris nemoralis

En la actualidad, la psila del peral, Cacopsylla pyri, constituye uno de los problemas fitosanitarios más importantes y difíciles de manejar en el cultivo del peral en España. En este artículo se dan algunas claves para la aplicación del control biológico por inundación mediante el chinche depredador Anthocoris nemoralis.

L. R. Román Fernández; M. Aragón Sánchez; M. E. Martínez Villar; V. S. Marco Mancebón; I. Pérez Moreno. Unidad de Protección de Cultivos. Departamento de Agricultura y Alimentación. Universidad de La Rioja. Logroño (España).

En España se destinan más de 24.000 hectáreas al cultivo del peral, que se distribuyen principalmente por el valle del Ebro (La Rioja, Navarra, Aragón y Lérida), Murcia, Badajoz y León. En la actualidad, son tres los principales problemas fitosanitarios asociados a este cultivo: el fuego bacteriano, provocado por la bacteria Erwinia amylovora; el corazón pardo, una fisiopatía de la que aún no se conocen con certeza sus causas; y la plaga conocida comúnmente como psila o mieleta (Cacopsylla pyri), insecto especialmente problemático.

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Foto 1. Melaza y ninfas de psila en el haz de una hoja de peral

Los daños que produce C. pyri pueden ser directos e indirectos. Los daños directos se ocasionan por las picaduras de los adultos y las ninfas en hojas y brotes para alimentarse del floema de la planta, produciendo un debilitamiento de la misma en caso de ataques fuertes.

Los daños indirectos derivan de la melaza que excretan las ninfas (foto 1). Esta melaza sirve de sustrato para el desarrollo de hongos saprófitos, que provocan la aparición de la llamada negrilla o fumagina, que tiñe de negro las partes afectadas. En caso de ataques fuertes, se puede producir una merma de la capacidad fotosintética del árbol, descenso en la inducción floral e incluso el aborto de yemas en el año siguiente (foto 2).

De todos modos, el daño más importante es la depreciación comercial del fruto cuando está afectado por la negrilla, sobre todo en variedades de piel lisa o que no presentan russeting. Es de señalar que esta depreciación es simplemente estética, sin afectar a la calidad organoléptica del fruto, sobre todo en variedades con russeting, ya que las partes afectadas pasan más desapercibidas.

Evolución de los métodos de control

Los trabajos iniciales llevados a cabo para estudiar esta plaga fueron realizados por Bonnemaison y Missonier en los años 50 del pasado siglo, tras registrarse daños importantes en varios países. En los años 70, en Italia y Francia comenzaron a presentarse graves dificultades para controlar la plaga y se produjeron los primeros ataques importantes en España, generalmente asociados a las variedades más vigorosas. En los años 80, se generalizaron los ataques en todas las variedades en los principales países productores y se agudizaron aún más las dificultades para su control.

Son varios los factores que pueden explicar la razón del porqué esta especie se ha convertido en la principal plaga asociada al cultivo del peral, pudiéndose destacar, entre otros, el aumento de la superficie destinada a su cultivo, con variedades vigorosas en las principales zonas donde se concentra el mismo, el cambio en algunas técnicas culturales que inducen un mayor vigor de los árboles, o factores climáticos que favorecen el desarrollo de las poblaciones de la especie. Sin embargo, son las consecuencias derivadas de un mal uso y abuso de insecticidas los que han provocado que la psila se convierta en una plaga tan difícil de controlar.

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Foto 2. Yemas abortadas por efecto de la negrilla desarrollada tras un fuerte ataque de psila en el año anterior.

En torno a los años 50, tuvo lugar la introducción de los insecticidas organoclorados y organofosforados, de amplio espectro de acción, es decir, efectivos sobre muchas de las especies vivas presentes en el agroecosistema. El desarrollo de nuevos grupos de moléculas con actividad insecticida en las décadas siguientes estuvo encaminado hacia la obtención de productos igualmente poco selectivos.

Al emplear este tipo de compuestos se provoca, con el paso de los años, la desaparición de los enemigos naturales de las plagas (depredadores, parasitoides y patógenos) en los agroecosistemas, originando un gran desajuste en el equilibrio de éstos. Ante esta situación, el agricultor, generalmente, aumenta el número de aplicaciones por campaña, con lo que se favorece, además, la aparición de resistencias en los insectos plaga, agravando más aún el problema con el tiempo.

En la actualidad, es habitual encontrar explotaciones que deben realizar un tratamiento insecticida cada 15 días, sin que, a pesar de ello, la plaga sea controlada. Debido a los límites máximos de residuos que marca la legislación, así como a los plazos de seguridad asociados al uso de este tipo de productos, no se pueden realizar tratamientos insecticidas cercanos a la época de recolección, con lo que el incremento de las poblaciones de psila en esos momentos es muy alto, con la consecuente producción de melaza.

Para evitar la aparición de la negrilla en estos casos, se llegan a hacer tratamientos con disolventes de melaza incluso cada 3 a 5 días, con el coste económico que ello supone. En casos de ataques extremos, ni siquiera los lavados garantizan la ausencia de manchas en el fruto y su consiguiente depreciación comercial.

Así pues, uno de los factores responsables de la gravedad de esta plaga es la desaparición de sus enemigos naturales debido al abuso y mal uso de insecticidas poco selectivos destinados a controlar a la propia psila y a otras plagas también presentes en el cultivo del peral como carpocapsa, pulgones, etc.

Otro factor de gran relevancia que ha llevado a considerar a esta plaga como la más importante del peral ha sido la progresiva aparición de resistencias que han desarrollado sus poblaciones frente a diversos compuestos. Ambos factores han hecho que su control con insecticidas haya derivado hacia un uso indiscriminado y masivo de productos, muchas veces poco selectivos, lo que en definitiva sigue agravando el problema. Por todo ello, se puede decir que la psila es una plaga inducida.

El control biológico de la psila del peral

Ante un problema de este tipo, lo más lógico es pensar en intentar revertir el proceso, es decir, procurar eliminar o minimizar las causas que han generado el problema restituyendo así, total o parcialmente, el equilibrio del agroecosistema.

En este sentido, la Directiva 128/2009/CE, de uso sostenible de productos fitosanitarios, así como su transposición a la legislación española recogida en el RD 1311/2012 del mismo nombre, establecen el marco de actuación para llevar a cabo una agricultura sostenible mediante la aplicación de los principios generales de la gestión integrada de plagas (GIP) que incluya el empleo del control biológico (CB) como una herramienta fundamental, dejando la aplicación de productos fitosanitarios como último recurso.

Son varios los estudios que describen el complejo de enemigos naturales de la psila en el agroecosistema, así como la capacidad de control que ejercen sobre la plaga en condiciones naturales. Normalmente, estos trabajos se han llevado a cabo en parcelas abandonadas, o en las que no se realiza ningún tipo de tratamiento insecticida y, en la mayoría de los casos, los resultados indican que tras unos años se llega a mantener la plaga a niveles considerablemente bajos. En la mayor parte de estos trabajos se citan, como principales enemigos naturales de la psila, a hemípteros de las familias Anthocoridae y Miridae, siendo la especie Anthocoris nemoralis la más destacada.

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Foto 3. Adulto de Anthocoris nemoralis depredando una ninfa de psila

Es importante señalar que la psila del peral presenta una serie de características que favorecen el éxito de los programas de CB. Una de ellas es que los daños directos son de escasa importancia y que los daños indirectos no se producen generalmente en el fruto como resultado de la alimentación de las ninfas.

Es la melaza que se genera en los brotes, cuando se produce en altas cantidades como consecuencia de la presencia de una elevada población, la que cae sobre los frutos y se convierte en responsable de la aparición de la negrilla que los deprecia. De este modo, se puede tolerar un cierto nivel de población plaga sin llegar a originarse pérdidas económicas, sobre todo al inicio de la temporada, cuando los frutos aún no han aparecido o son pequeños.

Una vez que el ciclo del cultivo está más avanzado, es posible soportar un cierto nivel de población de la plaga ya que, como se ha comentado anteriormente, se puede recurrir a tratamientos con disolventes de melaza para evitar la aparición de la negrilla en el fruto sin necesidad de recurrir a un tratamiento insecticida.

Es preciso indicar que el exceso de vigor del cultivo influye positivamente en el aumento de la densidad de fitófagos, en general, y de la psila del peral en particular. Por ello, la elección de patrones menos vigorizantes y adecuados a las características del terreno y un correcto manejo de la fertilización nitrogenada son aspectos fundamentales para mantener el nivel de vegetación dentro de parámetros deseables y evitar el efecto anterior.

Anthocoris nemoralis, un depredador para el control biológico de la psila

A. nemoralis es una especie nativa de la región paleártica y una de las especies del género Anthocoris más extendida geográficamente por Europa. Este depredador se encuentra en el Reino Unido, Escandinavia, oeste de Rusia, Turquía, y en la Cuenca Mediterránea, así como en parte de Norteamérica.

Presenta tres estados de desarrollo: huevo, ninfa (con cinco estadios ninfales) y adulto. Los huevos son, inicialmente, de color blanquecino y con un tamaño inferior a 1 mm. Están provistos de una tapa u opérculo de color blanco, pudiendo encontrarse de forma aislada o en pequeños grupos. A medida que pasan los días y se acerca el momento de la eclosión, toman un color más rojizo, pudiéndose incluso distinguir los ojos de las ninfas.

Los adultos son insectos de pequeño tamaño, de unos 4 mm de longitud. Poseen un aparato bucal de tipo picador-suctor. En estos insectos, las alas anteriores o hemiélitros tienen los bordes paralelos y una zona membranosa posterior (foto 3). Las fases juveniles o ninfas son sumamente móviles y activas. De color marrón-rojizo, su forma es similar a la de los adultos, pero de menor tamaño y sin alas.

Al igual que otros antocóridos, A. nemoralis es un depredador con un elevado grado de polifagia, pudiéndose alimentar de presas pertenecientes a diversas especies. Tanto las ninfas como los adultos prefieren alimentarse de artrópodos de tegumento blando, entre los que se encuentran trips, pulgones, cochinillas, psílidos, huevos y pequeñas larvas de lepidópteros y ácaros.

A. nemoralis tiene un elevado potencial depredador debido, entre otros motivos, a que las fases juveniles empiezan la alimentación desde el primer momento, devorando huevos y pequeños individuos (foto 4). Son muy móviles y consumen un gran número de presas a lo largo de su ciclo de desarrollo.

Una de las características que aumenta el potencial de este depredador es la elevada capacidad de desplazamiento de los adultos, que les permite dirigirse hacia las zonas donde la densidad de la presa sea más alta, así como dispersarse fácilmente cuando ésta escasea.

Tienen una elevada capacidad de búsqueda y de incrementar rápidamente sus poblaciones cuando las presas son abundantes, pudiéndose considerar un depredador de limpieza, capaz de responder a fuertes aumentos poblacionales de la psila del peral, sobre todo cuando la temperatura se encuentra en un rango favorable para su desarrollo.

Su disponibilidad comercial y sus características biológicas y ecológicas hacen que sea la especie con más alto potencial para implementar técnicas de CB de tipo inundativo para el control de la psila del peral.

Experiencias previas

Existen algunos trabajos científicos llevados a cabo en Dinamarca para determinar la capacidad de control de la psila del peral mediante liberaciones en campo de adultos de A. nemoralis, pero bajo condiciones controladas o semicontroladas. Los resultados varían en función de los tratamientos, con reducciones de la densidad poblacional de psila del 50 al 90%.

En el caso de liberación de ninfas se obtienen reducciones de la densidad de la plaga de en torno al 30-40%, según los tratamientos. Cabe señalar que estos ensayos se realizaron en Dinamarca en el mes de mayo, con temperaturas que pueden atenuar la capacidad de control de este depredador.

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Foto 4. Ninfa de Anthocoris nemoralis depredando una ninfa de psila

También se encuentran referencias en la bibliografía, de programas exitosos basados en la liberación masiva de adultos de A. nemoralis en Italia y Francia. En estos casos, se siguen las recomendaciones comerciales en cuanto a la liberación de una reconocida empresa que comercializa el depredador. Las liberaciones se hacen al inicio del ciclo de cultivo para asegurar un buen asentamiento en campo, con dos o tres liberaciones en semanas consecutivas llegando a un total de unos 2.000 individuos por hectárea (foto 5).

En España, se ha estudiado la comunidad de enemigos naturales de la psila del peral presente en plantaciones de Cataluña y Murcia. Los trabajos realizados en la región de Murcia dan como resultado una mayor capacidad de control de la plaga por parte del mírido Pilophorus gallicus.

Desde hace cinco años, la DO Peras de Rincón de Soto (La Rioja) está llevando a cabo pruebas para implementar un programa de control de la psila del peral mediante la liberación de A. nemoralis. El primer año se comenzó a trabajar en unas pocas parcelas representativas, obteniendo resultados alentadores.

Dado el éxito inicial y la puesta a punto de la metodología a seguir en los años siguientes, el programa ha ido aumentando de superficie, de manera que en 2016 se ha liberado este depredador en unas 450 ha, con buenos resultados.

De entre los factores más relevantes que han contribuido al éxito del programa, se pueden mencionar la implicación de los técnicos involucrados para realizar el asesoramiento a los agricultores y la puesta a punto de metodologías de seguimiento de la plaga y el depredador en campo para conocer el estado de las poblaciones a lo largo del ciclo del cultivo.

 

Puesta a punto del empleo de A. nemoralis en nuevas zonas

Para lograr el éxito de mantener una plaga por debajo del umbral económico de daños mediante técnicas de CB, es fundamental tener una visión global del agroecosistema, con el fin de tomar correctamente las sucesivas decisiones que se plantean a lo largo de todo el ciclo del cultivo.

Es necesario tener conocimientos sobre las especies que, inicialmente, se pueden encontrar en el cultivo y en el entorno, así como la evolución de la comunidad de artrópodos en el transcurso de los años en el que se implanten este tipo de estrategias. Así se ha hecho, por ejemplo, en la región de Murcia, donde los trabajos realizados concluyen que hay una mejor capacidad de control de la psila del peral con poblaciones naturales de P. gallicus que con A. nemoralis.

Una posible causa de ello puede estar relacionada con una mejor adaptación de P. gallicus al entorno, ya que está presente de forma natural en aquellas parcelas en las que no se hacen tratamientos insecticidas o se hacen de forma racional, respetando la fauna auxiliar. También se indica que la presencia de P. gallicus o Pilophorus perplexus puede dificultar la instalación de A. nemoralis por competencia.

La temperatura juega un papel muy importante en el momento de plantear la estrategia de lucha mediante este depredador. A. nemoralis está bien adaptado a un amplio rango de temperaturas, ya que se cita tanto en las regiones del norte de Europa como en las norteafricanas. Pero para lograr el éxito en un programa de CB basado en la liberación masiva de depredadores criados en biofábricas, es aconsejable, si es posible, disponer de poblaciones procedentes de la zona en que se van a liberar, así como llevar a cabo una adaptación o aclimatación de los individuos a las temperaturas del entorno antes de la suelta.

 

Compatibilidad con el empleo de fitosanitarios

La compatibilización del empleo de productos fitosanitarios con los enemigos naturales es, en las circunstancias actuales, uno de los aspectos clave a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo con éxito un programa de CB de plagas.

Efectivamente, la utilización de productos fitosanitarios sigue siendo frecuente en los agroecosistemas. A ello hay que añadir el hecho de que, en muchas ocasiones, los enemigos naturales se ven más afectados por estos compuestos que las propias plagas (entre otros motivos, por su reducido tamaño y su consiguiente mayor relación superficie/volumen, por su elevada movilidad y por el efecto de la reducción de su alimento que se produce cuando bajan las poblaciones de la plaga, sobre todo, cuando el enemigo natural es muy selectivo).

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Foto 5. Cestillos de cartulina usados para la liberación de adultos de Anthocoris nemoralis en campo.

Por todo ello, se hace imprescindible la compatibilización de ambos métodos, y para conseguirla resulta esencial conocer los efectos secundarios de los productos fitosanitarios sobre los enemigos naturales.

La Organización Internacional para la Lucha Biológica e Integrada (OILB) ha coordinado el desarrollo de metodologías para evaluar esos efectos secundarios. De todos modos, este es un campo en el que aún queda muchísimo trabajo por hacer, ya que, para tener un conocimiento preciso, es necesaria la evaluación de cada producto en cada uno de los enemigos naturales, tanto en los estados y estadios supuestamente más susceptibles y más expuestos como en los supuestamente más resistentes y menos expuestos.

Por otro lado, además de la mortalidad directa, se deben analizar posibles efectos secundarios subletales y diferidos, ya que pueden tener un efecto tan drástico sobre las poblaciones como la propia mortalidad directa.

En el caso de A. nemoralis, conviene destacar que, si bien se ha encontrado una elevada susceptibilidad a diversos insecticidas, también se ha demostrado que los hay que apenas presentan efecto negativo sobre él. Estos últimos son productos selectivos que, de este modo, afectan a las plagas frente a las que están registrados, a la vez que son más respetuosos con el depredador.

En este contexto, conviene hacer la puntualización de que no todos los productos autorizados en Producción Integrada y Ecológica carecen de efectos secundarios sobre A. nemoralis. Y lo mismo ocurre con algunos productos fungicidas a los que, a priori, no se les otorga un efecto negativo sobre la fauna auxiliar.

En la bibliografía se encuentran trabajos que demuestran que, tanto unos como otros, pueden tener efectos tanto directos sobre la mortalidad como indirectos sobre la fertilidad, fecundidad o capacidad de búsqueda, entre otros. Por todo ello, siempre es recomendable disponer del conocimiento de los efectos secundarios de todos los productos fitosanitarios que se van a utilizar en el agroecosistema, sean del tipo que sean.

Son también varios los trabajos que se encuentran en la bibliografía y que corroboran que esta compatibilidad es el punto clave para lograr el éxito en el control en el caso concreto de la psila del peral con liberaciones de A. nemoralis. Así, en aquellos casos en los que se aplican insecticidas poco selectivos una vez realizada la liberación del depredador, no es habitual el control de la psila.

Un modo de evitar este efecto puede ser el de actuar de acuerdo a una adecuada planificación temporal de las acciones a llevar a cabo, es decir, aplicar el producto antes de las liberaciones. Tras un periodo adecuado, relacionado con la persistencia del mismo, podrían hacerse las sueltas, todo ello, siempre que las características del ciclo de la plaga permitan la eficacia de dichas actuaciones.

 

Importancia clave del asesoramiento

Una vez que se tienen en cuenta todos los aspectos anteriores, hay que señalar que la implementación de una estrategia de CB es algo muy complejo por muy diversas razones, entre otras, por el gran número de interacciones que se dan en el agroecosistema entre todos los factores implicados, tanto bióticos como abióticos.

En este sentido, se hace imprescindible la figura del asesor, un técnico especializado en GIP que supervise la aplicación del CB de forma continuada e indique al agricultor el modo correcto de actuar en cada caso. Además, hay que destacar que este asesoramiento ha de fundamentarse en un exhaustivo proceso de monitorización en campo para la recogida continua de información útil.

Así, es imprescindible, por ejemplo, llevar a cabo el seguimiento del propio cultivo y del resto de poblaciones de las especies implicadas, mediante la implementación de técnicas de muestreo (por ejemplo de las plagas y de sus enemigos naturales).

Esto permitirá, entre otras cosas, llevar a cabo una correcta toma de decisiones relativas a aspectos clave como la detección de los momentos de actuación, relacionados con el umbral económico de daños.

Sin duda, una falta de asesoramiento especializado puede llevar a la toma de decisiones equivocada y, con ello, al fracaso de la estrategia.