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El bisonte, ¿nueva ganadería ibérica?

El bisonte, ¿nueva ganadería ibérica?

El bisonte, especie amenazada que estuvo al borde de la extinción en el siglo XX, se podría adaptar bien al clima mediterráneo del sur de España.

Así se deduce de las conclusiones de un estudio en el que se han analizado los hábitos alimenticios de una población de bisonte europeo, en comparación con el ciervo común y el gamo.

El estudio, en el que ha participado la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se ha llevado a cabo en Jaén, en la Finca El Encinarejo.

Situada en la Sierra de Andújar y con una extensión de 1.000 hectáreas, la finca se caracteriza por tener un hábitat típico de monte mediterráneo, con predominio del encinar adehesado y la presencia abundante de arbustos como el lentisco, el espliego y el romero.

A finales de 2020 se introdujeron 18 ejemplares en este terreno, lo que supone la presencia más meridional de la especie hasta la fecha. En la finca conviven con el bisonte otros ungulados herbívoros, alrededor de 400 ciervos y 200 gamos.

Para conocer cómo utilizan los recursos tróficos estas especies, se recolectaron muestras fecales estacionalmente durante el año 2021. Se utilizó la técnica de análisis microhistológico para determinar el porcentaje de fragmentos epidérmicos de los principales grupos funcionales (plantas leñosas, gramíneas, leguminosas y forbias) en cada muestra.

Los resultados muestran diferencias significativas entre especies animales y estaciones del año. Así, las plantas leñosas son consumidas preferentemente en otoño e invierno, las gramíneas en verano y las leguminosas y herbáceas en primavera. El componente leñoso fue el más abundante en la dieta de las tres especies, representando el 81% de los fragmentos vegetales presentes en las heces de ciervo, el 52% en el bisonte y el 38% en el gamo.

La comparación del comportamiento alimenticio entre las tres especies de herbívoros mostró que el bisonte consume significativamente más gramíneas (21%), mientras que las leguminosas estaban más presentes en la dieta del gamo (32%). El ciervo común, por su parte, consume menos herbáceas que las otras dos especies (8%).

«Se trata del primer estudio que evidencia el consumo de lentisco (Pistacia lentiscus) por parte del bisonte europeo, y la presencia abundante en su dieta durante todas las estaciones indica que es una fuente alimenticia muy importante”, señala señala Jordi Bartolomé, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor principal del estudio.

Un mamífero al borde la extinción

El bisonte europeo es el mamífero europeo en vida de mayor tamaño, superviviente de un tiempo pasado en donde grandes manadas de herbívoros campaban a sus anchas por prados y bosques, moldeando el paisaje y promoviendo la biodiversidad.

Su amplia distribución geográfica durante el Holoceno a lo largo del continente europeo, así como el éxito de poblaciones introducidas en las últimas décadas en diferentes territorios europeos han revelado la capacidad y plasticidad de la especie para adaptarse a nuevos hábitats y a un amplio rango bioclimático.

«La creación de nuevos núcleos reproductores en condiciones de semi-libertad se ha convertido en una estrategia para garantizar la supervivencia de la especie, lo que a su vez permite aplicar su potencial para restaurar y mejorar la biodiversidad de estas áreas”, indica Jorge Cassinello, investigador del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) y coautor del estudio.

“La principal conclusión que podemos extraer de este trabajo es la existencia de una distribución de recursos tróficos entre las tres especies de herbívoros cuando conviven en el mismo hábitat, lo que parece evidenciar su capacidad de convivir juntos, y, por otro lado, la capacidad del bisonte a adaptarse a las condiciones bioclimáticas del monte mediterráneo”, concluye.

Los autores de este trabajo señalan finalmente que, “más allá del hecho de que el bisonte europeo habitara o no la península ibérica en el pasado (dato aún por determinar paleontológicamente), y tal y como proponen otros investigadores, ha llegado el momento de implementar medidas de conservación efectivas que permitan el aumento y el mantenimiento de la biodiversidad, y centrarse primordialmente en las funciones ecosistémicas de las especies en lugar de en su origen”.