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Algunas consideraciones para el diseño de viñedos

Algunas consideraciones para el diseño de viñedos

En este artículo se exponen algunas consideraciones sobre varios de los aspectos a tener en cuenta durante la fase de diseño y planificación de la plantación. No entraremos a comentar algunas decisiones del diseño tan importantes como la selección del material vegetal o la forma de conducción y sus estructuras, ya que requieren de una exposición más particularizada.

José Ramón Lissarrague1,2, Pedro Junquera1, Emilio Peiro1, Vanessa González1,2, Ana Villa1,2. 1 GIVITI. Gestión Integral de Viñedos y Bodegas. 2 Grupo de Investigación en Viticultura. Universidad Politécnica de Madrid.

La plantación de un viñedo conlleva la toma de una serie de decisiones, muchas de las cuales no po­drán ser modificadas cuando el vi­ñedo se haya establecido definitivamente, al menos sin que ello suponga un coste elevado. Algunos ejemplos son las modificaciones en la parcelación o en la sectorización del riego, o el cambio de variedad por sobre-injerto. La inversión para la plantación de un viñedo es elevada y afectará también a los costes de cultivo anuales. Es por ello, que todas las decisiones que se tomen deben ser meditadas y razonadas.

 

Estudios previos

Desde un punto de vista agronómico, hay varios estudios previos al diseño que son fundamentales; además de conocer la for­ma y dimensiones de la finca o parcela en la que vayamos a plantar, es necesario co­no­cer su orografía, el clima medio de la zona y los suelos del futuro viñedo. En el caso de viñedos en regadío también debemos conocer la disponibilidad de agua y su calidad.

Actualmente hay visores de información geográfica (Catastro y Sigpac) con los que podemos anticipar el conocimiento de los límites y dimensiones de las parcelas, in­cluso exportarlos para poder trabajar a es­­cala real con programas de dibujo. Ade­más, salvo que la orografía sea prácticamente llana, siempre es interesante hacer un levantamiento topográfico que nos da­­­rá in­formación adicional, especialmente la orientación e intensidad de las pendientes, pero también la localización de ele­men­tos singulares como instalaciones, ve­ge­ta­ción, cursos o reservorios de agua, etc.

Para conocer de manera aproximada el clima de la zona, suele haber suficientes fuentes de información, en concreto en el Sistema de Información Agroclimática para el Regadío o en la Agencia Estatal de Me­teorología. En algunas ocasiones podemos acudir también a estudios climáticos ya publicados. En cualquier caso, hay que considerar que las particularidades en la orografía de la finca, la presencia de vegetación o masas de agua cercanas, pueden modificar ligeramente los valores del clima medio que hayamos estimado a partir de estaciones meteorológicas más o menos próximas.

Un estudio climático completo debe darnos información sobre la posibilidad de adaptación de las variedades de vid y la duración del ciclo, a partir de la integral térmica eficaz (base 10oC); los riesgos de heladas invernales y primaverales; los riesgos de enfermedades; las condiciones térmicas durante la maduración; o el balance hídrico, a partir de la evapotranspiración de referencia y las precipitaciones, que nos servirá para estimar el potencial productivo o las necesidades de riego, en su caso.

calicata

Calicata para el estudio de suelos.

En cuanto a las características de los suelos, aunque podamos encontrar información bibliográfica al respecto, siempre es conveniente realizar un mapa de suelos específico en las parcelas que vayamos a plantar. La intensidad del muestreo puede variar en función de la heterogeneidad del terreno, pero como referencia orientativa, podemos considerar adecuada la realización de una calicata por hectárea. Las calicatas deben te­ner una profundidad de 1,5 a 2 metros, y en ellas se identificarán y describirán los dis­tintos hori­zon­­tes del per­fil del suelo. La to­ma de muestras para su análisis físico-químico, debe llevarse a cabo por horizontes, evitando mezclarlos.

El espesor de los horizontes, la textura y el contenido en elementos gruesos nos permitirá estimar la capacidad de almacenamiento de agua y otros factores como la permeabilidad del terreno, la facilidad de enraizamiento, etc. Además de estos datos y de la fertilidad, conocida a partir de las concentraciones de los distintos cationes y aniones, y las relaciones entre ellos, es fundamental atender a aquellos factores que puedan limitar o condicionar el desarrollo de las raíces: horizontes rocosos o compactados, acidez, caliza activa, salinidad, posibles toxicidades, falta de drenaje, etc.

Conocer las características de los suelos es imprescindible para la elección de un portainjerto adecuado, planificar correcciones o enmiendas, programar una preparación del terreno razonada, establecer unidades de cultivo, o hacer un diseño agronómico del riego correcto.

 

Parcelación y caminos

Para facilitar la gestión del viñedo, cada parcela o unidad de cultivo debería tener las mismas características: variedad y patrón, sistema de conducción, riego, orografía y tipo de suelo. Aunque habitualmente se establecen caminos de separación entre parcelas, no siempre tiene por qué ser así; en cualquier caso es conveniente que se puedan gestionar de manera independiente. Normalmente, es conveniente dimensionar el tamaño de cada parcela de forma que corresponda a un mismo lote de vinificación.

camino perimetral

Camino perimetral con anchura de 10-12 metros

Aquellos caminos en los que vaya a haber giros de maquinaria deberían tener al menos una anchura de 8 metros, idealmente hasta 10 o 12 metros, especialmente cuando el grado de mecanización del cultivo es elevado. Anchuras menores, aunque pueden ser necesarias en parcelas pequeñas para evitar una pérdida de terreno importante, dificultan el trabajo mecanizado y suponen una pérdida de eficiencia en los trabajos y un aumento de los costes de cultivo.

Los caminos deben estar adecuadamente nivelados y compactados. Para una buena conservación de los mismos, es recomendable que tengan pendiente o pendientes laterales, de manera que evacúen el agua de lluvia y no se encharquen. Es interesante delimitar los caminos lo antes posible, de tal manera que incluso durante las obras de plantación ya se circule por ellos, evitando la compactación del terreno donde crecerá el viñedo.

 

Longitud de filas

En la toma de decisión sobre la longitud de las filas, son varios los aspectos a tener en cuenta. En primer lugar, las consideraciones serán distintas si el sistema de conducción es continuo y cuenta con postes e hilos que obligan a circular únicamente en la dirección de las calles, o si es discontinuo. En muchas ocasiones, la forma de la parcela y la orientación de las filas determinan su longitud. Cuanto mayor sea la longitud de las filas, mayor será el rendimiento de los trabajos mecanizados, al reducir las pérdidas de tiempo en giros.

Plantación a favor de la pendiente.

Plantación a favor de la pendiente.

La longitud de las filas no debe sobrepasar la autonomía de trabajo de la maquinaria y equipos; un condicionante habitual es la capacidad de las tolvas de las vendimiadoras, que no debe sobrepasarse por filas excesivamente largas, salvo que se trabaje con descarga lateral.

En los trabajos manuales también conviene considerar la longitud de las filas; si las filas son demasiado largas el rendimiento de los trabajos puede ir reduciéndose porque los trabajadores los percibirán monótonos y tediosos.

La longitud de las filas no afecta a los requerimientos mecánicos de las estructuras de conducción, pero sí a la capacidad de transmitir la tensión de los hilos; es por ello que a partir de 150 a 200 m de longitud conviene interrumpir el tendido del hilo en un poste intermedio e instalar tensores a ambos lados.

 

Dirección de filas

En sistemas de conducción continuos, alineados en filas, la dirección de éstas determina la interceptación de radiación solar por las hojas y el microclima de la planta. La dirección norte-sur es la más eficaz en la captación de radiación durante el conjunto del ciclo, especialmente en latitudes altas y viñedos con calles estrechas; también es la que consigue mayor simetría en la iluminación de ambas caras de la planta. Por el contrario, la dirección este-oeste genera más asimetría, al ser la cara orientada al sur la que recibe mayoritariamente la radiación solar.

En los viñedos localizados en zonas cálidas, con elevadas temperaturas durante la maduración, son recomendables las direcciones de fila noreste-suroeste, aunque no muy desfasadas respecto a la norte-sur; de esta forma conseguimos que la interceptación sea mínima, no al mediodía solar, sino algo más tarde, cuando las temperaturas ambientales llegan a su máximo diario. En sistemas de conducción con vegetación libre o semi-libre, como vasos, ejes verticales o sprawl, la importancia de la dirección de las filas se ve reducida.

Además de los efectos sobre el microclima y la fisiología de la planta, hay otros factores a tener en cuenta a la hora de decidir cómo dirigir las filas de un viñedo. La pendiente del terreno es quizás el factor más determinante para elegir la dirección de las filas.

Varias parcelas con filas alineadas de más de 300 metros.

Varias parcelas con filas alineadas de más de 300 metros.

En principio, las plantaciones a favor de pendiente son deseables ya que facilitan la mecanización y el drenaje de aire y agua. El control de la erosión en parcelas plantadas a favor de pendiente pasa por el establecimiento de cubiertas en el suelo, vegetales o inertes, y la reducción de la longitud de las filas; a medida que las pendientes son más pronunciadas es conveniente reducir la longitud de las filas, interrumpiéndolas con caminos intermedios para así disminuir la escorrentía.

Con pendientes inferiores al 5%, la dirección de la pendiente no es un factor que condicione la orientación de las filas, podemos considerar el terreno prácticamente llano. Con pendientes de hasta el 10%, las filas pueden dirigirse con cierto ángulo respecto a la máxima pendiente, incluso llegar a ser perpendiculares a ésta, sin que la mecanización del cultivo se vea comprometida.

A partir del 10% de pendiente lateral a las filas, la mecanización y el nivel de precisión de los trabajos se ven comprometidos, y es recomendable orientar las filas a favor de pendiente. Ya cuando el terreno alcanza pendientes muy pronunciadas, a partir del 20%, los trabajos a favor de pendiente, aunque posibles, son cada vez más difíciles; los tractores necesitan más potencia al subir y el trabajo manual requiere más esfuerzo; es entonces cuando podemos empezar a contemplar otras soluciones como la plantación en terrazas o bancales.

Como comentamos anteriormente, cuando las parcelas son irregulares, la plantación en la dirección del lado más largo de la parcela aumenta la longitud de las filas y aumenta los rendimientos de los trabajos. Cuando hay cambios de suelo de una misma parcela, es interesante orientar las filas de manera que los cambios de suelo se vean minimizados a lo largo de las filas. Si no, a lo largo de una fila nos encontraremos con diferentes suelos y, previsiblemente, con plantas con diferente crecimiento vegetativo y rendimiento.

Otro efecto a considerar es la dirección de los vientos dominantes durante los meses de primavera y verano. La plantación del viñedo en filas perpendiculares a los vientos dominantes generará el movimiento de la vegetación hacia un lado del sistema, generando asimetrías y sobre-exposición de los racimos en el lado de donde viene el viento.

 

Distancias de plantación

El potencial productivo de un viñedo no viene determinado por la densidad de plantación, sino por el número de sarmientos por hectárea que hagamos crecer, que deben estar bien distribuidos para que su superficie foliar capte la radiación y defina el potencial fotosintético y el consumo de agua del viñedo.

Ejemplo de parcelación y disposición de la plantación.

Ejemplo de parcelación y disposición de la plantación.

En términos generales, al aumentar la densidad de plantación se ven incrementados los costes iniciales de plantación y los costes de cultivo. En cuanto a la respuesta del viñedo, siempre que mantengamos fijo el número de sarmientos por hectárea, el aumento de la densidad de plantación incrementará el rendimiento y la regularidad del viñedo, e incluso puede mejorar la composición de la uva al poder repartir de forma más homogénea los sarmientos y sus racimos.

Si incrementamos la densidad de plantación manteniendo el número de sarmientos por hectárea, es de esperar que aumente la densidad de raíces en el suelo y en consecuencia la extracción de agua y minerales por sarmiento sea mayor; si además pensamos que el aumento de la densidad de plantación lleva consigo un menor número de sarmientos por cepa, las relaciones entre los sarmientos de las cepas deberían ser menos intensas.

Con mayor cantidad de recursos por sarmiento y menor competencia entre ellos en la cepa, debemos esperar que su vigor no se reduzca y en todo caso aumente con el aumento de la densidad de plantación.

La distancia entre filas, o anchura de calle, determina la cantidad de metros lineales por hectárea. Así, en un viñedo con calles de 2 m habrá 5.000 metros lineales, mientras que en otro con calles de 3 m habrá 3.333 metros lineales. A medida que se reduce la anchura de calle aumentamos el tiempo necesario para ejecutar muchos de los trabajos, ya sean mecanizados o manuales.

Por otra parte, cuanto menor sea la distancia entre calles y más metros lineales cultivemos en un viñedo, podremos distribuir mejor los sarmientos, más separados. Además, para una misma altura de vegetación, aumentaremos la cantidad de superficie foliar por hectárea y, por tanto, la capacidad productiva del viñedo, que podremos dirigir hacia la obtención de rendimientos mayores o la mejora de la composición de las uvas.

Si consideramos que la maquinaria no es un condicionante y disponemos de agua, podríamos acercar las calles del viñedo por ejemplo en una espaldera hasta no reducir aproximadamente a menos de 0,9 la relación entre la anchura de calle y la altura de vegetación (distancia de la primera a la última hoja).

Otro aspecto a considerar a la hora de seleccionar una distancia entre filas es el sistema de conducción; los sistemas con vegetación libre (vasos, sprawl, etc.) o con varios planos de vegetación paralelos (lira o GDC), requieren de anchuras de calles mayores que aquellos sistemas con un solo plano de vegetación conducida verticalmente (espalderas, por ejemplo).

Ejemplo de parcelación y disposición de la plantación.

Ejemplo de parcelación y disposición de la plantación.

Actualmente hay una gama enorme de maquinaria y equipos, por lo que estos medios no deberían condicionar la elección de la anchura de calle; sin embargo, todavía hay explotaciones vitícolas con estructuras productivas rígidas en las que la maquinaria es un condicionante importante.

En cuanto a la distancia entre plantas dentro de la fila, también determina los gastos durante la plantación del viñedo, pero su efecto es mucho menor sobre los costes de cultivo anuales, especialmente en las podas en cordón con pulgares. Además de las implicaciones económicas, en la decisión sobre la distancia entre cepas en la línea debe considerarse el vigor de la variedad, la tendencia a la acrotonía y el sistema de poda. Cuanto mayor sea el vigor, más largos serán los entrenudos y más podrían separarse las cepas.

Algunas variedades son más propensas a manifestar acrotonía; en estos casos es conveniente reducir la distancia entre plantas, o hacer formaciones bilaterales mejor que unilaterales, con objeto de evitar que queden espacios sin cubrir en el período de formación del viñedo. En sistemas de poda larga, con varas, debemos tener un espacio suficiente para poder tumbar y atar las varas con facilidad, sin que se solapen con las varas de las cepas contiguas.