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Coliflor, alternativa al tomate en el Levante almeriense

Coliflor, alternativa al tomate en el Levante almeriense

La campaña agrícola que ahora comienza va a marcar un antes y un después en SAT Tomasol, una veterana comercializadora almeriense ubicada en la pedanía cuevana de Palomares. El tomate suelto, que era el cultivo principal en la zona cuando se creó esta sociedad agraria en 1992, no se va a volver a sembrar. Los socios de Tomasol se han visto obligados a abandonar definitivamente la producción de tomate a consecuencia de la pérdida de competitividad y los bajos precios registrados durante los últimos años.

Armando García. Periodista.

Por primera vez desde 1992, los invernaderos bajo malla y los huertos próximos a la costa dejarán de ofrecer al visitante curioso el tono rojo brillante tan característico de las tomateras, que durante más de veinte años han sido el sustento principal de cientos de pequeños agricultores de la zona.

En Venta Quemada, la coliflor está rodeada por almendro, cereal y encinas.

La estrategia comercial de Tomasol se centra ahora en la coliflor, que se convierte en el cultivo más importante y sobre el que recaen casi todas las esperanzas de mantener la rentabilidad de los productores. Para conseguir un buen posicionamiento de mercado, Tomasol no ha escatimado en recursos ni en iniciativa para llevar a cabo un amplio calendario de producción de coliflor que se extiende desde octubre hasta casi el mes de mayo.

Para conseguir estar en el mercado con una ventana de recolección tan amplia, Tomasol planifica su producción en varias zonas de cultivo aprovechando diferentes condiciones climáticas. La coliflor más temprana ya se ha sembrado a más de 150 kilómetros de distancia en un enclave privilegiado junto al parque natural de Sierra María-Los Vélez a casi 1.200 metros de altitud. Próxima a la población granadina de Venta Quemada se encuentra la finca donde Tomasol comenzará a recolectar dentro de un mes las primeras coliflores de la temporada. “Son las más importantes desde el punto de vista de nuestra estrategia comercial, porque somos de los primeros proveedores disponibles en el mercado y eso nos permite fidelizar clientes y atender programas de suministro para las grandes cadenas de distribución”, explica Pascual Soler, presidente de Tomasol.

Se utiliza riego por goteo y una capa de plástico para reducir la evaporación durante el día.

Las primeras coliflores tienen un ciclo de cultivo en torno a 80 días. Se sembraron en la finca de Venta Quemada a mediados de julio y la recolección se extenderá durante todo el mes de octubre. “Cuando llegue noviembre es mejor que hayamos terminado, porque si queda algo se perderá a consecuencia de las bajas temperaturas que se registran en esta zona de montaña por esas fechas”, añade el presidente de Tomasol.

Cuando la producción en Venta Quemada haya finalizado, el ciclo de coliflor se traslada a la zona de El Saltador, en el término municipal de Huércal-Overa (Almería). Se trata de una zona intermedia, con un clima más suave que permite encarar la producción de cara a finales de otoño. El paraje La Ballabona en el término municipal de Antas extiende el calendario de producción para después concluir en las fincas ubicadas en Palomares, donde el cultivo se beneficiará durante todo el invierno de las temperaturas suaves que brinda la cercanía del mar Mediterráneo.

 

Complicado manejo de cultivo

Uno de los motivos por los que Tomasol ha realizado una firme apuesta por la coliflor es porque se trata de un cultivo exigente y que requiere mucha dedicación para conseguir resultados rentables. Mientras que en el tomate suelto la competencia es feroz, en coliflor el número de operadores es más reducido. “La mayoría de grandes empresas no se interesan por este cultivo porque requiere mucho tiempo debido a que la maduración es muy desigual y la recolección debe hacerse de forma escalonada, lo cual repercute en mayores costes operativos y de mano de obra”, asegura Pascual Soler, quien además ocupa desde hace un mes el cargo de presidente de la patronal Asaja en Almería.

El riego se realiza con agua del pozo propio ubicado en la finca.

De hecho, Tomasol ha tenido que superar un proceso de adaptación hasta conocer en profundidad las características del cultivo. Las mayores dificultades se encuentran en evitar daños estéticos a la coliflor que hagan perder valor comercial y acertar con el momento óptimo de recolección, que depende de muchas variables.

Para afinar todo el proceso, Tomasol hace un seguimiento exhaustivo de la plantación con sus propios técnicos. El manejo del cultivo varía mucho en cada zona, ya que las condiciones climáticas son muy diferentes a lo largo de todo el calendario de producción. En alta montaña, por ejemplo, la siembra se ha hecho con una capa de plástico para reducir la evaporación y contener el consumo de agua. Dicha capa de plástico ha tenido que cubrirse con tierra para evitar que durante el día la planta joven tenga que soportar altas temperaturas que puedan quebrar su agarre en el suelo, un procedimiento que no tiene que llevarse a cabo en las zonas de producción de invierno con climas más suaves y con una diferencia térmica mucho menor entre el día y la noche por la proximidad al mar.

Fruto de la gran experiencia acumulada durante los últimos años, esta SAT almeriense dispone de un elevado conocimiento y se ha especializado en las técnicas de recolección para obtener el máximo aprovechamiento de la planta y conseguir el máximo porcentaje posible de frutos con calibre 6 (seis coliflores por caja), que es el más rentable comercialmente. También se han especializado en la comercialización de calibres muy pequeños (12 y 14) que se pagan muy bien en los países escandinavos. La mayor parte de la producción se destina al mercado europeo y la comercialización se gestiona de forma directa y también a través del grupo Anecoop, del que Tomasol es socio.

 

La sandía, en peligro

Igual que antes con el tomate, la sandía sigue siendo el cultivo con el que los productores de Tomasol finalizan la campaña. La desaparición del tomate va a provocar que muchas fincas de Palomares apuesten por el guisante bajo malla durante el invierno, para seguir fieles a la sandía como el cultivo por excelencia para la campaña de primavera y verano.

Tomasol, Pascual Soler, en la finca de coliflor temprana en Granada.

El presidente de Tomasol advierte que los costes de producción de sandía se han disparado, sobre todo por el precio del agua. “Producir una hectárea de sandía supone una factura de 3.000 euros en agua, y eso es insoportable para cualquier productor si tenemos en cuenta que los precios en origen siguen una clara tendencia a la baja desde hace años”, explica Pascual Soler.

La pérdida de rentabilidad en la sandía del Levante almeriense también tiene mucho que ver con la búsqueda de cultivos alternativos al tomate en la Región de Murcia. Las áreas murcianas que durante muchos años apostaron por el tomate, como Águilas y Mazarrón, han encontrado en la sandía el complemento perfecto para finalizar la temporada provocando en consecuencia un aumento de oferta en fechas de recolección coincidentes en gran parte con las del Levante almeriense. El resultado: más competencia interna en sandía, que se añade al fuerte aumento de las importaciones de sandía extracomunitaria que se han registrado esta primavera.

La evolución del cultivo es favorable, se espera una alta producción en octubre.

Nadie sabe a ciencia cierta qué pasaría en el Levante almeriense si se desaparece el cultivo de sandía por falta de rentabilidad. Lo que sí se conoce con certeza es que en los últimos diez años ya han desaparecido, al menos, dos importantes producciones que antaño fueron dominantes en la zona. Primero quedó para el recuerdo el cultivo de melón Cantaloup debido a la fuerte competencia de otros países productores, y ahora el tomate, debido al dominio comercial ejercido por Marruecos, Holanda y también algunos países de Europa del Este como Polonia.

“Hacemos las cosas bien y procuramos ofrecer al mercado las mejores cosechas cumpliendo a rajatabla con todos los requisitos de producción que nos exigen, pero si no se hace nada para evitar el hundimiento de los precios en origen no sabemos cuánto tiempo podremos aguantar porque la constante presión a la baja por parte de las grandes cadenas comerciales es insoportable”, advierte el presidente de Tomasol, una SAT que en este momento representa a más de 250 hectáreas de cultivo con una producción anual que supera los 17 millones de kilos y que genera unos 150 empleos directos durante toda la campaña.