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Granja San José aumenta la calidad de su forraje para conseguir niveles máximos de eficiencia lechera

Granja San José aumenta la calidad de su forraje para conseguir niveles máximos de eficiencia lechera

Granja San José (GSJ) es una explotación lechera con un sistema intensivo de producción de leche. Está ubicada en Tamarite de Litera, Huesca, y, en la actualidad, cuenta con 7.000 cabezas de ganado a las que, de forma autosuficiente, alimenta diariamente.

Elena Martín Seseña. Redacción.

La empresa cuenta con su propio sistema de producción de forrajes dedicado exclusivamente a alimentación de sus animales. Éste está basado en una rotación de doble cultivo de raygrass y triticale o cebada híbrida como cultivos de invierno, y maíz como cultivo de verano. También, cultivan alfalfa durante tres años como complemento a la dieta de los animales. En total, GSJ gestiona una superficie de 1.188 hectáreas.

Todas las dietas de los 7.000 animales de GSJ están compuestas por forrajes ensilados ya que, según Lluís Xanxo, director de Producción Agrícola y Coordinador de Logística de Nutrición en GSJ desde hace tres años, con el ensilado se cumplen dos objetivos: por un lado, se incrementan los niveles productivos por hectárea y año en la finca, tanto en el doble cultivo con hasta cuatro cortes anuales de raygrass después de maíz, como con la alfalfa realizando hasta ocho cortes. Por otro lado, también logran llegar a eficiencias récord en transformación lechera y calidades máximas.

“El secreto está en lograr un nivel de fermentación, incluso con elevados niveles proteicos, de más del 60% de ácido láctico. Para ello, hay que afinar mucho en las humedades, objetivo de entrada del forraje a silo y lograr un máximo nivel de compactación”, afirma Xanxo en relación a los datos que tiene a día de hoy de los alrededor de 100 millones de kg ensilados en el último año en GSJ.

Xanxo es ingeniero agrónomo con una experiencia profesional como asesor agronómico y nutricional de más de 20 años. Fue miembro del Consejo Rector (2007-2016) y, posteriormente, vicepresidente (2011-2015) de Cadí Sociedad Cooperativa, una cooperativa centenaria ubicada en el Pirineo de Lleida.

En la actualidad, se encarga de asesorar y ejecutar las decisiones agronómicas y nutricionales en GSJ y, también de gestionar y coordinar el equipo de recursos humanos para lograr los objetivos de la empresa.

La plantilla que le acompaña en el ámbito agrícola y a la hora de establecer estrategias para la nutrición de los animales se compone de seis veterinarios y dos ingenieros agrónomos.

“En nuestro equipo logramos consensuar hasta el último detalle para, de esta forma, llegar a la eficiencia máxima en el proceso nutricional de cada animal”, destaca el ingeniero agrónomo.

La empresa cuenta con 70 trabajadores fijos, plantilla que suele incrementarse en 30 personas más en campaña, las cuales se contratan a través de servicios terceros. En este punto, GSJ también incluye a un asesor externo en el apartado agronómico y otro en el nutricional.

Todos ellos forman una comunidad que contribuye a la consecución de los intereses marcados entre los que está ser lo más rentables y eficientes posibles técnica y económicamente.

“A día de hoy la explotación con mejores datos que conozco hasta la fecha registra unos niveles de eficiencia de 1,87 con 49,61 kg de leche por vaca al día al 3,5% grasa (G) y 3,2% proteína (P). Nosotros buscamos eficiencias de 1,90 y estamos cercanos a conseguir los 50 kg por vaca al día al 3,5% G y 3,2% P», afirma Xanxo añadiendo que, en la actualidad, superan los 46,8 kg de leche por vaca al día, con unas ingestiones promedio por animal y día de 25,9 kg de Materia Seca (MS), que les da un grado de eficiencia de 1,81, con un coste de ración que ronda los seis euros por vaca y día en periodo de lactación). «Nuestro objetivo radica en mantener las raciones como hasta ahora maximizando la calidad del forraje en las mismas”, apunta Xanxo.

Y es que, el valor añadido de GSJ es ser lo más eficientes posibles en la transformación lechera. Esta es una empresa con unos volúmenes productivos de leche altos (55 millones de litros anuales), con una utilización de las raciones forrajeras con hasta un 63% del total de MS.

 

Estrategias de producción agrícola en Granja San José

En GSJ cultiva casi el doble de maíz silo (666 ha) que de pastone (333 ha). Lo mismo que ocurre con el raygrass (552 ha) frente al triticale (287) o la cebada híbrida (134 ha).

Juan José Vizuete, nutrólogo de GSJ desde hace más de 10 años y veterinario de profesión, es quien se encarga de elegir las cantidades a recolectar en base a los objetivo de raciones para los animales en una planificación anual.

“El silo de maíz es la base forrajera de la ración. Es el elegido para las etapas de lactación y preparto (en esta última, es elegido por su bajo DCAD – Dietary Cation-Anion Difference -). Este nos permite, por un lado, obtener una fibra efectiva de una digestibilidad media y, por otro lado almidón muy digestible, ya que intentamos darle mínimo tres meses de fermentación antes de abrirlo. Hay que tener en cuenta que en GSJ se puede cultivar con costes no demasiado altos y obtener producciones muy elevadas por hectárea”, explica Vizuete.

En el caso del raygrass versus triticale y cebada híbrida, el primero les permite exportar de manera eficiente el nitrógeno generado por las deyecciones de los animales y conseguir un forraje de alta proteína y muy alta digestibilidad en varios cortes, y por tanto hacerlo en un largo intervalo de tiempo.

Y los segundos les permiten obtener producciones muy altas por hectárea en un solo corte, que deciden en función del destino del alimento, principalmente, recría y vacas secas, con un coste de maquinaria menor.

Mientras tanto, el equipo de Lluís se encarga de elegir las parcelas dónde sembrar cada cultivo.

“Escogemos las mejores parcelas para cultivar maíz silo y las peores para pastone ya que se puede hacer un silo de pastone excelente de un mal maíz en campo, y no al revés”, apunta Lluís.

Por otra parte, el raygrass se ha convertido en un cultivo estratégico para la producción láctica, debido a su gran nivel de digestibilidad de la fibra. En GSJ están llegando al 60% de la base territorial del doble cultivo y consiguiendo un escenario de entre tres y cuatro cortes.

“Al igual que el pastone, su dificultad está en realizar un aprovechamiento en forma de ensilado con un muy buen nivel de fermentación.Un objetivo que hemos conseguido en las dos últimas campañas”, destaca Lluís.

Asimismo, aunque la práctica habitual de la alfalfa es tenerla en la misma tierra cinco años, en GSJ solo la tienen tres y la siembran en otoño. Y es que, según Xanxo, en esta época, consiguen mejores condiciones de implantación y logran no perder producción el primer año de aprovechamiento. Además, consiguen hacer ocho cortes.

“Los ocho cortes responden al objetivo de lograr los máximos niveles cualitativos sin penalizar la producción anual, para lograr la máxima eficiencia y calidades lecheras, es decir, que con 24 cortes en tres años y con 60 toneladas de Materia Seca (20.000 kg MS/ha cada año) en ese periodo de vida del cultivo, el cuarto año no nos aporta ninguna rentabilidad económica”, explica Lluís.

En cuanto a la cebada híbrida la dosis de semilla por hectárea que están sembrando son 90 kg/ha en condiciones de fechas normales en la zona, en la primera quincena de noviembre; si retrasamos a la segunda quincena, incrementamos hasta 100.

Según Xanxo, en este apartado agronómico es fundamental trabajar en línea con las universidades y centros de investigación.

“A lo largo de mis 25 años de carrera profesional siempre he estado ligado a este modus operandi. En mi caso, lo he hecho a través de las líneas de investigación de la Universidad de Lleida (UDL) y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA)”, afirma.

 

Variedades elegidas y agricultura de precisión

Según Xanxo, la selección varietal que hacen en el maíz es altísima, ya que las patologías de la virosis y la araña roja en la zona donde se ubica GSJ la condicionan muy fuertemente.

En cambio, en los otros tres cultivos hay una estabilidad bastante grande con el condicionante de los problemas fúngicos en algunas variedades de triticale, pero siempre con unos mismos objetivos: que sean ciclos cortos para poder implantar el maíz en primera siembra fuera de la ventana de virosis (máximo antes del 9 de mayo), o, en el caso del raygrass, que las variedades después del momento de corte pierdan la humedad en campo con las mismas condiciones agronómicas en el mínimo período de tiempo,para lograr hacer un ensilado lo más pronto y seco posible (con niveles objetivo del 40% MS y niveles de fermentación del 100% de ácido láctico -con niveles proteicos superiores hasta el 27,5%-). En el caso de la alfalfa utilizan la variedad Aragón.

Para aplicar los tratamientos fitosanitarios en el maíz aplican nuevas tecnologías de la mano de una empresa especializada en agricultura de precisión. Mediante vuelos aéreos se recopila información del cultivo y, posteriormente, estos datos se pasan a las máquinas de aplicación de los fitosanitarios. El objetivo es aplicar donde hace falta y con el producto que necesita, de una forma más precisa y minimizando el coste de la aplicación y el riesgo de fitotoxicidad para el cultivo.

El tema de la fertilización sigue un esquema claro: las deyecciones ganaderas que generan las 7.000 cabezas. Las aplican a las 1.200 ha que cultivan y cuyos productos cosechados retornan con la producción forrajera a la explotación ganadera. El resto lo aplican en 1.800 ha que subcontratan, en este caso sin retorno productivo.

A partir de aquí, el balance de aportaciones orgánicas o excedentes nutritivos en suelo se corrige con abonados químicos, en fondo o en cobertera, o en función del cultivo, y siempre adaptándose a la normativa legal vigente en este modelo conceptual.

El consumo de agua que tiene el maíz está entre 8.000 y 9.000 m3/ha/año. En la alfalfa bajan a 7.000-8.000 m3/ha y para los cultivos de invierno cubren los mínimos en función de la climatología otoño-invernal, que puede ser muy variable.