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Dehesa de Luna apuesta por la calidad de sus vinos a través de nuevos sistemas de conducción

Dehesa de Luna apuesta por la calidad de sus vinos a través de nuevos sistemas de conducción

La bodega Dehesa de Luna está ubicada en el Campo de Montiel, en el término municipal de La Roda, Albacete. Tiene 65 hectáreas de viña en ecológico y presume de estar rodeada de naturaleza. Desde hace 15 años su filosofía ha sido elaborar vinos de alta calidad mediante una gestión sostenible de sus viñedos.

Elena Martín Seseña. Redacción.

Dehesa de Luna, Finca Reserva de la Biodiversidad, es en su mayor parte un bosque habitado por fauna y flora. Está compuesta por 3.000 hectáreas de las cuales un tercio se dedican a la agricultura y los otros dos tercios son terreno forestal. De la parte forestal, la mitad está formada por un bosque degradado natural y la otra mitad eran tierras arables que han sido reforestadas desde el año 97 hasta el 2006 con ayudas de la Unión Europea (UE). De las 1.000 ha agrícolas, la mayor parte son cereales y leguminosas (herbáceos), 96 son de almendro (un cultivo muy importante económicamente), 45 de olivar, dos de pistacho y 65 de viñedo.

La finca está ubicada en el Campo de Montiel, a una altitud media de 850 metros, estando las parcelas de cultivo dispersas dentro del monte. Se caracteriza por tener un clima continental con influencia mediterránea, con inviernos cada vez más cortos y duros, y veranos cada vez más largos. Los suelos son calcáreos, pedregosos, poco fértiles, poco profundos, aunque según el director técnico de la bodega, José Luis Asenjo, “son una maravilla de suelos”. Antes de plantar viñedo en 2001, estas parcelas tenían una importante tradición ganadera.

“Cuando se compró la finca en el año 1996 los propietarios querían revalorizar su inversión y que las parcelas fuesen rentables por sí mismas. En 2001 se tomó la decisión de plantar viñedo por dos razones: una diversificar los cultivos y la otra el elevado precio de la uva en esos momentos. Además era un cultivo autóctono y muy resistente a la sequía, y aunque su objetivo en ese momento no era hacer vinos de alta calidad, sí lo era producir uva para otras bodegas”, apunta Asenjo, ingeniero agrónomo y máster en Viticultura y Enología por Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Asenjo se incorporó a la empresa en 2005. Su principal objetivo era el de elaborar sus propios vinos y dejar de producir uva para terceros. “En aquel momento, había una realidad, aquellas plantaciones tenían buenos rendimientos pero un techo cualitativo bastante claro”, añade Asenjo.

La evolución de la empresa ha sido considerable. Desde la creación de la bodega, que se inauguró en 2012, hasta hoy, Dehesa de Luna siempre ha apostado por la calidad de sus vinos. “Obviamente no es lo mismo plantar un viñedo para vender la uva que plantar un viñedo para hacer tu vino”, destaca el ingeniero, y añade, “somos una empresa muy joven que tiene aún muchísimo que aprender tanto en campo como en bodega”.

Una de las primeras estrategias del proyecto bodeguero fue formar un equipo de trabajo sólido con el que conseguir una elevada calidad de la uva y de los vinos, teniendo en cuenta que se enfrentaban a una condiciones climáticas muy duras.

El 2008 arrancó con la plantación un nuevo viñedo que iría orientado a elaborar un vino Premium. Asenjo pensaba que era lógico que sus vinos estuvieran compuestos por diferentes variedades de uva. “Teníamos claro que queríamos hacer un vino alto mediante ensamblaje”, destaca Asenjo. Para ello y teniendo en cuenta que Dehesa de Luna era una finca sin tradición vitícola, tuvieron que desarrollar el proyecto desde cero y aprender rápidamente. “Estamos muy orgullosos de aquella plantación porque puede que sea uno de los viñedos más interesantes técnicamente de España. Es un viñedo muy complejo por su variabilidad y por las estrategias de cultivo aplicadas”, apunta Asenjo.

 

Otro tipo de viticultura

En 2018 han diseñado otra plantación, heredera de los éxitos de 2008. “En esta hemos eliminado algunos sistemas de conducción utilizados en 2008, hemos modificado las densidades de plantación y algunos patrones, sobre todo pensando en amortiguar los efectos negativos del cambio climático”, destaca el ingeniero.

Una vez elegidas las variedades y diseñadas las parcelas para que cada variedad pudiera expresarse lo mejor posible, se centraron en el riego, haciendo una zonificación muy precisa. También la elección de los materiales fue muy pensada para darle un toque estético. “Hicimos un proyecto en un mosaico precioso, que conservaba encinas centenarias, se reforestó la cañada que corría a lo largo del viñedo, en definitiva, sin duda, un proyecto donde el elemento paisajístico tenía mucha importancia” añade Asenjo. La viticultura que practican, con esa amplia variabilidad de cultivares, es bastante razonada en cuanto al manejo de la vegetación, el manejo del estrés hídrico y una vigilancia estricta a lo largo del proceso del ciclo vegetativo de los parámetros climáticos.

 

Consolidación de la bodega Dehesa de Luna

“Nacimos como un proyecto de vinos tintos y el mercado nos ha llevado a que también tenemos que producir vinos de alta calidad” declara el ingeniero. El viñedo que han diseñado en 2018 ha introducido variedades blancas, y han crecido en Graciano, gracias al éxito agronómico y comercial que han tenido con ella.

A parte de esto, lo que diferencia el viñedo de 2008 del renovado en 2018, son los sistemas de conducción que se han introducido.“La espaldera ha desaparecido totalmente y, aunque hemos constatado que aunque con mucho trabajo puede dar rendimiento cualitativos muy buenos, no es el mejor sistema de conducción para las condiciones climáticas que ya estamos sufriendo por temperaturas altas e insolación”, destaca el director técnico de la bodega.

Tal es la heterogeneidad de viñedos que tienen ahora mismos en Luna que la cantidad de plantas por hectárea no demostraría los rendimientos de cultivo con mucha precisión. De esta forma los rendimientos van a depender de los sistemas de conducción que utilicen.

En Dehesa de Luna han optado por sistemas no posicionados, de eje vertical, sprawl; han estrechado las calles para intentar sombrear un poco más el suelo y el viñedo; han introducido la pérgola como nuevo sistema de conducción, para practicar una viticultura totalmente a la sombra de la zona de racimos y proteger al máximo a estos del sol directo; y han hecho una pequeña parcela de vaso alto, un sistema no posicionado para climas cálidos que si se maneja correctamente también te puede dar lugar a un microclima de racimos, poroso, ventilado, iluminado pero nunca soleado.“En climas cálidos, para obtener una uva de calidad, los racimos tienen que estar aireados, iluminados pero nunca expuestos al sol directo. Nuestro objetivo cuando tanto cuando hemos diseñado las plantaciones como año a año en el manejo del cultivo, siempre ha sido conseguir un microclima de racimos bueno”, subraya Asenjo.

Todo esto, lo están llevando a cabo de la mano de José Ramón Lissarrague, profesor de Viticultura del Máster de Viticultura y Enología de la UPM, que está como asesor de la bodega. “Con él hemos diseñado los viñedos, nos asesora y dirige algunos proyectos de investigación con la universidad”, comenta Asenjo.

 

Proyectos de investigación

El primer proyecto en el que participaron fue entre 2011-2014, y se basó en ajustar o/y definir diferentes sistemas de conducción en diferentes variedades y, además, con relaciones hídricas post-envero. El segundo, lo están llevando a cabo en la actualidad y consiste analizar algunos problemas que presenta la variedad española Tempranillo, una variedad que para ellos es muy importante, como es la pérdida de acidez en un clima cálido – da vinos con un pH muy alto y esto es un problema dentro de la bodega- y luego aromáticamente.

“En estos climas si se deja madurar (maduración polifenólica de las pieles) mucho la uva de Tempranillo, va perdiendo una gama aromática de fruta roja y fresca, y va adquiriendo otro tipo de aromas que no están tan aceptados en el mercado (aromas más pesados, más pasificados). En este sentido estamos investigando si hay alguna forma de mejorar estos aspectos en la variedad, pero nos está pareciendo muy complicado”, apunta el ingeniero.

De cualquier forma, según Asenjo, muchas de las cosas que descubran en Tempranillo serán posiblemente extrapolables a otras variedades. “Al fin y al cabo estos proyectos, además de tener una aplicación más o menos inmediata, creemos que a las empresas nos vienen muy bien porque te mantienen alerta y, sobre todo, inquieto y con la actitud de aprender más cosas de cara entre otras cosas, a poder resolver problemas futuros”, añade el director técnico, apuntando que están a punto de empezar a colaborar con una startup de Castilla-La Mancha.

Los objetivos de la bodega siempre han sido configurar un carácter propio de su gama de vinos, pero siempre escuchando al mercado. “Lo que hagamos en viña siempre está fundamentado en las necesidades empresariales/comerciales/económicas de la bodega”, subraya Asenjo. Y añade que el futuro está en la práctica del manejo de los cultivos de viña para amortiguar los efectos del cambio climático, sobre todo, en zonas como Albacete, tan cálidas y que irán a más. También destaca, que estar atento, trabajar mucho e intentar aumentar siempre la calidad de los vinos, es la actitud que han adquirido en Dehesa de Luna.

Su tendencia es ir hacia el cultivo de variedades españolas, y están dando un giro al panorama varietal, introduciendo en mayor medida todavía variedades de carácter mediterráneo como Garnacha Tintorera, Graciano – que aunque ya presente en la finca, va a participar cada vez más en sus próximos vinos-, Garnacha Blanca, Viura, etc. Todo ello, sin perder de vista variedades perfectamente adaptadas que no son españolas como Cabernet, y con la intención de adaptar mejor a las condiciones climáticas de la finca y, teniendo en cuenta la llegada del cambio climático.